LOS TRES CERDITOS
11/2011

Había una vez tres cerditos que fueron, una vez engordados hasta la enajenación, sacrificados y desangrados para hacer panceta, jamón, libritos de lomo, chorizo y un montón de cosas ricas. Y, no: no construyeron tres casas –ni de papel ni de encofrado ni de nada, que no sé quién ha visto a un cerdo haciendo mortero–, ni vino un lobo con una descomunal potencia pulmonar que ni Superman y echó abajo el trabajo de aquel trío de gorrinos, ni se salvaron milagrosamente gracias a la construcción de uno de ellos, marrano licenciado en Arquitectura por la Universidad de Iowa, ni nada de todo eso. Y es que está bien que los autores de cuentos le pongan imaginación al asunto y tal, pero a veces se pasan. Y aparte, si la moraleja pretende ser “hacer las cosas como dios manda tiene su recompensa”, puede que, en un cerebro infantil, eso se convierta en un “para qué hacer las cosas bien, si siempre va a haber un cerdo para realizar el trabajo sucio”. Y es que, claro, los cuentos infantiles los escriben adultos y así salen. Que la mayoría no van ni firmados. Y no me extraña, yo tampoco me atrevería.

LeandroAguirre©2011

 

 

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