Es normal que te haga ilusión tener un hijo. Faltaría más. Y sobre todo si es el primero.
Incluso es normal que, en un ataque de ilusión, te hagas un tatuaje con su nombre en toda la espalda del tamaño del neón de Picadilly Circus como demostración de la ilusión que te hace.
Pero es que, claro, esa demostración de ilusión se convierte en tontoculez cuando, un mes después, descubres que el hijo que tanta ilusión te hacía no es en realidad tuyo. Nos ahorraremos los detalles porque, básicamente, no nos apetece juntar demasiadas letras, pero la cuestión es que eso es lo que pasó.
¿Es técnicamente culpa de Pedro Pablo? Quizás no, pero en todo caso el que se ha hecho ese tatuaje y de ese tamaño es él, así que el Tonto’lculo se lo lleva. Además ha tenido la mala suerte de que esta semana no tenía demasiada competencia, qué se le va a hacer.
Que, ya que estamos, seguro que no es el único que lleva tatuado el nombre de un niño que no es suyo, pero los demás viven en su feliz ignorancia y en su feliz anonimato.
Por cierto, Pedro Pablo… Benjamín va con tilde en la i, amigo. Nos referimos que escribir mal el nombre de tu hijo puede que no sea una tontoculez como tatuarse el nombre de un niño que no es tuyo, pero también tiene delito. Cabe la posibilidad de que le pusieran el nombre en inglés, claro, pero siendo colombianos nos permitimos, al menos, dudarlo.