¿Qué hace un jefe de policía cuando comprueba que le falta personal? ¿Pedir refuerzos?; ¿anular permisos?; ¿colocar a sus agentes estratégicamente para que se note lo menos posible la carencia?; ¿admitir la realidad y hacer lo que buenamente se pueda?; ¿irse a tomar un mate y pasar de todo?
Podría ser cualquiera de esas cosas, sí, pero el jefe de policía de Buenos Aires tomó otra decisión diferente. La que veis en la foto.
Efectivamente, es lo que parece: un maniquí. Bueno, o algo que se parece a un maniquí, lo cual es todavía más triste.
Y es que el susodicho jefe policial consideró que a falta de pan buenas son tortas y que a falta de agentes buenos son maniquíes –o lo que narices sea eso–, y ahí lo puso, en un puesto de vigilancia, concretamente en la Ruta Provincial 215, para, se supone, evitar infracciones y ahuyentar a los malotes.
Malotes no sabemos si ahuyentaron demasiados, pero lo que verdaderamente han atraído han sido el cúmulo de bromas, chanzas y cachondeítos que se han llevado por la ocurrencia. Llámalo ocurrencia, llámalo tontoculez...
Porque es que, además, si realmente consideras que poner maniquíes en puestos de vigilancia es algo que tiene algún sentido, coño, que al menos el maniquí tenga piernas, ¿no? ¿Cómo sino va a poder el pobre perseguir a los malotes?; ¿arrastrándose con los muñones? Si es que...