Desde que el ser humano es ser humano, ha tenido el instinto de, llámalos locos, resguardarse de aquellos fenómenos naturales que pudieran ser perjudiciales o peligrosos.
Por ejemplo, cuando a un grupo de humanos les entraba en erupción el volcán junto al cual vivían, llámalos locos de nuevo pero no se quedaban allí para ver el espectáculo.
Lo mismo pasa cuando hay, por poner otro ejemplo, una tormenta eléctrica y caen los rayos en plan castigo divino: la gente, rara ella, intenta ponerse a resguardo.
No es el caso de nuestro vencedor de hoy, un tal Daniel Modol, que estaba en su casa en Gjerstad, Noruega, cuando surgió una de las susodichas tormentas. ¿Y qué hizo Daniel? ¿Ponerse en batín y zapatillas a escuchar Mozart y a leer poesía de Lorca mientras fuera los rayos caían uno detrás de otro? Pues no.
Lo que hizo fue salir al exterior a grabar la tormenta. Y pasó lo que podía pasar: que un rayo le cayó como a tres metros de su posición, sonando como si hubiera estallado una bomba. Tenemos el vídeo de Daniel:

 

Como habéis podido ver, a Daniel no le pasó nada, afortunadamente, pero, tras el susto y ver cómo había acabado el lugar en el que había caído el rayo, decidió, con un buen criterio que no había tenido anteriormente, volverse a meter en la casa, no fuera caso que volviera a caer otro.
Y nos alegramos de que a Daniel no le haya pasado nada. Primero porque no somos unos hijos de puta que nos congratulamos de las desgracias ajenas, pero segundo porque, como norma del galardón, a la gente que fallece por culpa de su propia tontoculez no le entregamos el Tonto’lculo porque nos parece feo y porque, repetimos, no somos unos hijos de puta. O al menos lo intentamos.
Aclarado el tema, Tonto’lculo de la Semana para Daniel Modol y su inconsciencia. Felicidades por partida doble: por el galardón y por haber vuelto a nacer. Un tipo con suerte, está claro. Tonto'lculo, sin duda, pero con suerte.