Lo sabemos: todo está carísimo. Lo comprendemos: subleva, por no decir cabrea. Lo apoyamos: hay que quejarse, coño, porque si nos quitan el derecho a pataleo, ¿qué nos queda?
Pero, dicho esto, hay que saber de qué quejarse, dónde quejarse y, sobre todo, a quién quejarse. Porque, claro, si tu cabreo viene de lo que te acaba de cobrar tu camello por la marihuana y lo único que se te ocurre es llamar indignada a la policía para quejarte de ello y para que hagan algo al respecto, pues es una tontoculez, se mire por donde se mire. Si lo haces en Holanda podría tener algún sentido —poco, pero alguno— pero en Australia no.
Eso sí, en este caso, y ya es raro, la tontoculez cometida no ha supuesto perjuicio alguno para su autora, porque la tontoculez no llegó a tanto como para dar su nombre y demás datos. Y es que en ese supuesto ya hablaríamos de una clara candidata al Tonto’lculo 2017, y más teniendo en cuenta que la ganadora del 2016 fue una señora francesa que se fue al cuartelillo a que la policía le verificara que la coca que acababa de comprar, y que pensaba distribuir, era de buena calidad.
Aparte de todo, en este jurado estamos de acuerdo en el fondo: qué precios, la marihuana. Hey, que a nosotros nos lo han contado, ¿eh? Nosotros la marihuana la conocemos de oídas, en serio. Verdad verdadera. Palabrita del niño Jesús. Os lo juramos por nuestros churumbeles que están pasando hambre. Y tal y tal.