Las tontoculeces, aunque se hagan de buena fe y con la mejor de las intenciones, no dejan de ser tontoculeces. Y nuestra ganadora de hoy seguro que es una gran madre y mejor persona, pero la tontoculez realizada, realizada queda.
La cosa es que la mujer tenía que ir a trabajar o algo y le dejó a su hijo una nota. Es la siguiente:

Traduciendo libremente, dice: “Sé que estás creciendo y estoy orgullosa de ti. Cuando Ashley venga esta noche, si las cosas se ponen serias, asegúrate de que lo haces con seguridad. ¡Usa esto!”. Y, como veis, la flechita dirige al preservativo que el retoño debía usar llegada la ocasión.
Tres cosas. Una, que si esa es la primera y única charla que sobre el tema ha tenido esa señora con su hijo, pues se queda un poco corta, la verdad. Que hemos oído y leído explicaciones más desarrolladas, vamos.
La segunda, que ya que se pone que le compre una caja entera y no le deje ahí con un triste condón, hombre, que, a esas edades, y si las cosas se ponen serias como dice ella, es claramente insuficiente.
Pero lo tercero y más importante: seguro que la mayoría os habréis dado cuenta, pero la nota y el condón no están en una mesa o una superficie horizontal, sino colgados en un corcho. ¿Y cómo se aguantan tanto una hoja de papel como un preservativo en un panel de corcho? Efectivamente: con chinchetas. Y, ya lo veis, la señora le clavó la chincheta al condón justo en medio, que es lo mejor que se puede hacer para que un condón no sirva para nada. Ole ella.
Afortunadamente, el hijo estaba más informado —y seguramente más experimentado— de lo que su madre pensaba y ha sido él mismo el que ha colgado en las redes la desastrosa lección de educación sexual de su bienintencionada mamá. Bienintencionada y tonta’lculo, que una cosa no quita la otra, como ha quedado hoy demostrado.