Niñas y niños: si alguna vez vais caminando y, por lo que sea, os encontráis un oso por ahí, no hagáis nunca esto:

 

Pero a quién se le ocurre ponerse a acariciar a un oso, en serio. No ya a un oso: ni a según qué perros se les puede acariciar tan alegremente. Ni a según qué gatos, ya puestos. Y la excusa de haber bebido no es excusa. Y menos si tus amigos, que se supone que han bebido más o menos lo mismo que tú, te están gritando que no seas gilipollas y tonto’lculo y que dejes al oso en paz. Concretamente, le dicen: “¡Pedazo de idiota, no lo hagas!”. Y, como habéis comprobado, aun así el pedazo de idiota lo hace.
Nos sabe mal decir que nuestro ruso protagonista perdió el brazo hasta el codo, pero, teniendo en cuenta las circunstancias, aún puede decir que ha tenido suerte. Básicamente porque... ¡era un oso, amigo! Y no el oso Yogi o el osito Misha, sino un oso de verdad. ¿Qué esperaba?; ¿que le lamiera la mano y le diera la patita? Si es que...
Por cierto: muy mal el cámara, que se dedica a ayudar a su amigo en lugar de seguir grabando. Habrase visto tamaña falta de sensibilidad con los morbosos insanos del mundo...