Si hubieran sido cuatro los hubiéramos llamado Los Dalton y si hubieran sido dos Bonnie and Clyde o algo así, pero como son un trío no nos dejan más remedio que bautizarles como Los Tres Apandadores. Y, sí, lo habéis adivinado: son de nuevo del gremio de cacos y maleantes. Y sí también: son de nuevo estadounidenses, lo que empieza a dar qué pensar.
En este caso, nuestros protagonistas organizaron un atraco en un local de comida rápida que, asombrosamente para lo que estamos acostumbrados, salió bien. Es decir: entraron, desactivaron las alarmas y se llevaron el dinero que había en aquel momento en el establecimiento. Muy profesional, que diría Manquiña.
Pero la cosa deja de ser tan profesional cuando deciden, ya que está ahí expuesta y aprovechando que el Mississippi pasa por San Luis, llevarse una ensalada de pasta que había sobre el mostrador. Cuando el hambre aprieta, uno no conoce ni a su padre, es normal.
Lo que pasa es que, si en vez de huir en coche huyes a pie, y mientras huyes se te van cayendo macarrones por el camino, lo que consigues es que la policía solo tenga que seguir el rastro a lo Hansel y Gretel y te detenga al poco rato de haber cometido el atraco mientras estás tranquilamente en casa regocijándote de lo listo que eres y lo bien que ha salido todo.
En fin... En esta ocasión nos abstenemos de poner el habitual comentario final. Es que ya no sabemos qué decir, básicamente.