Juramos que no buscamos expresamente ni cacos ni policías para entregarles nuestro prestigioso galardón, entre otros motivos porque tenemos infinidad de otras cosas en las que malgastar nuestro tiempo, pero, oye, aparecen, no podemos hacer nada.
Y hoy el vencedor, vencedores, vuelven a ser policías. Y no un policía de pueblo de un país en vías de desarrollo o algo así, sino la mismísima Interpol, y además la mismísima Interpol en pleno.
Resulta que el otro día, agentes de la susodicha agencia policial internacional entraron cual elefantes en cacharrería en un colegio mexicano, agarraron a una adolescente llamada Alondra en medio de clase, la subieron a un furgón y se la llevaron a Estados Unidos, donde una señora reclamaba su maternidad.
Pero, claro, cuando llegaron a Texas, le hicieron la prueba del ADN y, qué cosas, la señora que reclamaba a la niña y la niña no compartían ni sangre, ni cromosomas, ni nada de nada más allá de pertenecer ambas a la especie humana.
Y la pregunta evidente es: ¿y no podíais, tonto’lculos, hacerle la prueba del ADN antes de entrar en un colegio como unos energúmenos, llevaros —con el consecuente trauma— a una adolescente por la fuerza y trasladarla a otro país con unos desconocidos? Solo lo preguntamos en nuestra inocencia y retóricamente, pero lo preguntamos.
En todo caso, y en un gustazo que ya no nos quita nadie, Tonto’lculo de la Semana para la Interpol. Estos son la élite policial, efectivamente. Miedo da pensar en los que no son la élite, ¿verdad?