Se ve que, tras la avalancha de tontoculeces de la semana pasada, en esta los tonto’lculos se lo han tomado con más calma. Debían estar agotados después de tamaño sobreesfuerzo, es normal. Pero que nadie se preocupe porque, por supuesto, siempre hay algo.
Y ese algo lo hemos encontrado esta semana en Extremadura, concretamente en Badajoz, donde el consistorio de la ciudad está haciendo una serie de carriles bici porque, se ve, lo había prometido. Pero, ¿sabéis esas promesas que se cumplen solo porque lo habías prometido y no porque tengas putas ganas de cumplirlas? Pues, parece, es el caso. Y, claro, cuando haces las cosas con desgana es mucho más probable cometer una tontoculez que si las haces con interés. Ahí tenéis la foto:

Para comenzar, pintar de verde una acera no convierte automáticamente lo pintado en un carril bici. Es decir, un carril bici, por ejemplo, lleva líneas y señales de circulación en el piso, más que nada porque lo utilizan vehículos en circulación.
Además, se procura que, o con pintura especial o con asfalto rugoso, un carril bici sea lo más antideslizante posible, algo que se ve que al Ayuntamiento de Badajoz no le preocupa excesivamente ya que, para qué complicarse la vida, ha utilizado la primera pintura que ha encontrado, que, según denuncian los pobres ciclistas pacenses, cuando llueve se convierte en una pista de patinaje.
Pero sobre todo: un carril bici es un carril bici, no una prueba de Humor Amarillo. Es decir: un carril bici no es una carrera de obstáculos ni el lugar indicado para que haya una señal de tráfico justo en medio. Sí, lo suponemos, la señal estaba antes que el carril, pero si haces el carril, mueve la señal, hombre.
En fin, que, oye, está muy bien eso de cumplir las promesas, pero para hacer las cosas según cómo solo porque hay elecciones, mejor no hacerlas, en serio. Y es que, raros que somos en este jurado, nosotros preferimos que nos engañen, que total ya no viene de una, que no abrirnos la cabeza contra un ceda el paso porque el suelo es como una pista de hielo. Es lo que tiene: unos somos raros, otros somos tonto’lculos.  Y nosotros al Ayuntamiento de Badajoz muy raro no lo vemos, la verdad. No sabemos si nos explicamos...