Se ve que esta semana han soltado a todos los tonto’lculos a la calle, porque de otra forma no se entiende la cantidad de candidatos que habían para el premio. Por nombrar a los más destacados, teníamos por ejemplo a un juez gallego que ha condenado a un indigente a arresto domiciliario, que, como su propio nombre indica, es un arresto que debe cumplirse en casa, algo de lo que, obviamente, el condenado carece. Bravo.
Teníamos también a otro tipo en Florida que agarró una tremenda borrachera y, ni corto ni perezoso, se fue a atracar un banco en taxi y sin armas, como un campeón. Y además dejó a deber el taxi porque, como es normal, pensaba pagarlo a la salida con el botín de tan planificado atraco. Bravo también.
Claro que, para campeona, una chica de Philadelphia que, tras matar a su novio, intentó endosarle el asesinato a su perro, que, según ella, habría cogido el arma con la boca y se le habría disparado accidentalmente justo cuando —oh, cruel destino— el pobre hombre pasaba por allí. Suponemos que luego su abogado le diría que semejante tontoculez no iba a haber jurado que se la tragase y la mujer cambió su versión a defensa propia, pero solo que se te ocurra ya tiene tela. Tela marinera, concretamente.
Pero finalmente, aunque hayan hecho méritos más que suficientes, ninguno de ellos se lleva el galardón esta semana. El honor va a recaer, después de reñida votación, en un grupo de policías indonesios a los que no se les ocurrió otra cosa que quemar un alijo de drogas incautado en mitad de un municipio al aire libre. ¿Y qué pasa cuando quemas droga, o lo que sea, en una población? Pues que, claro, según cómo sople el viento el humo se desparrama por la susodicha población e intoxicas a la mayoría de los habitantes.
Pero, todo hay que decirlo, aunque alguno se quejó de dolor de cabeza y algún otro acabó vomitando y esas cosas, nos comentan nuestros múltiples amigos indonesios que lo más repetido por los intoxicados era: “Más”. Nosotros ni confirmamos ni desmentimos y, en todo caso, la policía de Indonesia se lleva el Tonto’lculo de la Semana igualmente aunque, como parece, los supuestos perjudicados disfrutaran de su tontoculez.
Qué semanita, oye.
