Juramos que ya nos da un poco de pudor y todo, pero la realidad es tozuda y no podemos eludirla. Efectivamente, el vencedor del Tonto’lculo de la Semana de hoy vuelve a ser de uno de los dos gremios que más lo gana. Y si la semana pasada se lo llevó por enésima vez un policía, en esta se lo lleva por enésima vez también un caco.
Además no teníamos uno, teníamos dos. El finalista ha sido un australiano al que no se le ocurrió otra cosa que robar un coche fúnebre, que no es precisamente la cosa que más desapercibida pasa en esta vida. Pero es que, claro, si además el coche fúnebre en cuestión está ocupado, es decir que llevaba como regalo un ataúd con cadáver en el interior, no tardan mucho ni en localizarte ni en detenerte, que es lo que finalmente sucedió.
No es fácil superarlo, pero lo consiguió un ciudadano de Heyuan, en China, cuya pretensión era atracar un banco. Y el hombre lo intentó, pero si, cuando entras cuchillo en mano en una sucursal bancaria exigiendo dinero, te dicen que has de hacer cola y aceptas y la haces, quizás has de plantearte que no has elegido la carrera profesional que mejor se adapta a tus características. Porque luego pasa lo que pasa: que, cuando por fin te toca el turno, el cajero te dice que no sabe quién eres y que no te da ni un yuan, y tú, como no tienes pasta para el oficio, intentas romper la mampara blindada de puro cabreo y, al evidentemente no conseguirlo, te vas con el rabo entre las piernas. Y, para redondear la faena, van y, al poco rato, te detienen.
Un atraco muy triste, verdaderamente. Y muy tonto’lculo, claro, que por eso se lleva el premio.