Vale que los teléfonos móviles, las tablets y esas cosas se han convertido en parte importante de nuestras vidas y tal, pero hay, o debería haber, unos límites. Por ejemplo, hemos conocido el caso de una señora de Bartonville, EEUU, que sufrió un incendio en su casa y, tras escapar ella y su hija de las llamas y salir ilesas, decidió que lo más inteligente era regresar dentro de la morada a buscar su teléfono porque, se ve, sin su teléfono no podía vivir. Pero no: como no se puede vivir es sin oxígeno, por lo que la mujer ya no volvió a salir de allí, al menos con vida.
Pero como ya sabéis que no nos gusta dar el Tonto’lculo a gente que se acaba muriendo, esta semana se lo va a llevar un chaval alemán de 16 años por algo también relacionado con su teléfono celular. Se ve que estaba un día haciendo de dominguero por un lago de por ahí y se le cayó el susodicho teléfono al susodicho lago. Mala suerte. Sabemos la marca, y hasta el modelo, pero una cosa es trabajar gratis y otra hacer publicidad a multinacionales por la patilla, como se puede comprender.
Jurgen, que no sabemos si se llama así pero así se queda, no se dio por vencido tan fácilmente. Primero llamó al dueño del pequeño lago para que contratara a unos buceadores para buscarlo. El dueño del lago, por supuesto, pasó del tema porque, suponemos, no estaba para chorradas y tenía mejores cosas que hacer. ¿Qué hizo entonces Jurgen?; ¿llamar él mismo a los buceadores? Pues no: llamar a unos amigos para que trajeran una bomba para drenar el lago. Así pues, conecto la bomba a través de una manguera con un pequeño retrete que había junto al lago para vaciarlo de agua. Más moral que el Alcoyano, sí.
¿Qué pasó? Pues lo que tenía que pasar: que el lavabo aguantó lo que aguantó y después empezó a escupir no sólo el agua que Jurgen y sus colegas bombeaban, sino también el contenido de su propia fosa séptica, llena, por supuesto, de heces fecales y otras cosas deliciosas.
Y, en fin, que Jurgen se lleva el Tonto’lculo de la Semana por, básicamente, considerar que se pueden vaciar casi dos millones de litros de agua por un retrete. No irá a la cárcel ni nada pero seguro que el asunto le saldrá por un pico. Bueno, más que a él a sus padres, que además de tener que pagar los desperfectos y las multas correspondientes tendrán que, como si lo viéramos, comprarle otro teléfono a Jurgen. Nosotros le comprábamos además un libro de matemáticas que explique lo de los volúmenes y todo eso, con sinceridad.