A quién no le ha aparecido una araña en casa, ¿verdad? Cuando pasa hay diversas tácticas. Los integrantes de este jurado, por ejemplo, que casi siempre hemos vivido en entornos rurales o forestales, las dejamos acampar tranquilamente en nuestras viviendas. ¿Por? Porque se comen a otros bichos y, como no son tarántulas peludas de un palmo de grande ni nada por el estilo, pues ahí las dejamos, ejerciendo su labor predadora.
Pero se puede entender que haya gente que no quiera compartir espacio con esos simpáticos animalicos y que cuando se encuentran con una quieran echarlas de la casa o, en la mayoría de casos, matarlas. Pero una vez decidido que se va a acabar con ella, hay que decidir cómo. Puede uno pisarla, arrearle con un periódico enrollado, echarle insecticida... Mil cosas. Y luego está el método de nuestro galardonado de esta semana, un hombre de Seattle al que llamaremos Joe porque nos da la gana, que decidió que lo mejor para cargarse al bicho era perseguirlo con un espray y un mechero y chamuscarlo en plan Inquisición. ¿Era la araña una bruja, una hereje o algo? No, sólo era una araña en el lugar equivocado en un momento inadecuado.
Algunos ya lo habréis adivinado: el tipo comenzó a lanzarle llamaradas al animal, que suponemos que debía ser el equivalente arácnido de Usain Bolt, y, claro, acabó quemando la casa. Eso sí: logró sacar a su madre de la vivienda antes de que ésta prendiera, lo que fue una suerte porque, primero, la pobre señora logró sobrevivir a la tontoculez de su hijo, de lo que nos congratulamos, y segundo porque si se hubiera muerto nos hubiera costado más darle el premio a su retoño habiendo un cadáver de por medio. Por un mínimo de humanidad.
Y la pregunta que, seguro, todos nos hacemos es: ¿y la araña? Bueno, es probable que pereciera en el incendio, pero siempre existe la posibilidad de que no, porque a las arañas casi nadie suele identificarlas con un chip y es imposible saber su destino. Pero en todo caso hay millones de arañas más y alguna, por pura posibilidad estadística, volverá a entrar en la morada de nuestro Tonto’lculo de la Semana algún día. Suponemos que entonces cambiará de estrategia y probará otras cosas. No sé... Un lanzagranadas, un misil tierra-tierra, una bomba nuclear... Lo que sea menos lo del espray, que es, como se puede comprobar, una táctica muy mala. Mucho.
