MOBY DICK

En un lugar de los mares de cuyo nombre no quiero acordarme, surcaba un ballenero comandado por un tal capitán Ahab, un tipo más raro que una ballena verde al que le faltaba una pierna. ¿Y por qué le faltaba una pierna a nuestro hombre? Pues porque tiempo atrás una ballena blanca llamada Moby Dick (no, el nombre no se lo pusieron los papás del cachalote, sino el propio Ahab) le había dejado sin ella.
Llámale rencoroso, pero el capitán Ahab nunca lo había olvidado y vivía obsesionado con dar caza a Moby Dick. Hasta que, finalmente, un día se vuelve a encontrar con ella por esos mares de Dios y aquello se convierte en una batalla de dimensiones bíblicas entre la ballena y el ballenero, con Ahab a la cabeza.
Y, bueno, aquí el único final feliz que hay es para Moby Dick, que, tras tres días de recibir arponazos, hunde el barco de un cabezazo y se lleva con ella (¿con ella?; ¿con él?; qué dilema...) al capitán Ahab a las profundidades tras quedar enredado éste en la cuerda del último arpón que le clava. Precioso todo.
En fin... Que de toda la tripulación solo queda con vida un tal Ishmael, que es el que narra la historia. Lo que técnicamente se conoce en el mundo forense como una escabechina, vamos.
Y glu glu glu. Y fin, quiero decir.

LeandroAguirre©2016

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