En un lugar del Más Allá de cuyo nombre no quiero acordarme, vivía...

¿Señor Cervantes?
Y vos sois...

Un parajuntaletras.
Qué casualidad... Yo también.

No, oiga, usted es escritor.
Pero también junto letras.

Pero para hacer literatura. Yo no aspiro a tanto. ¿Puedo preguntarle cuatro cosas?
Claro.

Es el Año Cervantes, ¿lo sabía?
Pues no, la verdad.

El resto del mundo tampoco. Supongo que están esperando a que llegue el día 22 para empezar a hacer cosas.
¿Por qué el día 22?

Porque el día 22 se supone que se cumplirán 400 años de su muerte.
¿Me morí un 22 de abril?

Usted sabrá.
Yo qué sé... Yo ya estaba muerto.

Esa es una de las cosas que le quería preguntar: no hay nada claro con respecto a su vida; ni lugar de nacimiento, ni lugar de fallecimiento...
¿Qué pone la Wikipedia?

¿Conoce usted la Wikipedia?
Estoy muerto, no en coma.

Pues pone que nació usted en Alcalá de Henares.
¿Alcalá de Henares? Yo no he estado en mi vida en Alcalá de Henares.

Está usted bautizado allí.
Porque el cura sería amigo de la familia o algo.

¿Y dónde nació usted?
A vos os lo voy a decir.

Vaaa, vengaaa...
En un lugar de la Península Ibérica de cuyo nombre no quiero acordarme.

No ayuda usted mucho.
No lo pretendo.

Ya. Se supone que murió usted en Madrid.
Eso es exacto.

Así pues, ¿los huesos encontrados en el Convento de las Trinitarias son suyos?
Para nada. Los míos fueron trasladados a otro lugar de la Península de cuyo nombre tampoco quiero acordarme.

Abusa usted de ese recurso, maestro.
¿Y lo práctico y cómodo que es?

Imagino. Vámonos a Lepanto.
¿Ahora?

A la batalla de Lepanto, me refiero.
Menuda carnicería, Juntaletras.

Por lo del brazo, se refiere.
¿Qué brazo?

El suyo de usted, el que perdió.
Yo no perdí ningún brazo. Me quedó inutilizado, pero no lo perdí.

Pues por ahí le llaman ‘El manco de Lepanto’.
Porque por ahí hay mucha mala leche, Juntaletras.

Cierto. También estuvo cautivo en Argel.
Qué asquito de sitio, en serio.

Cuando uno está cautivo cualquier lugar es asquerosito.
También es verdad.

Intentó usted huir cuatro o cinco veces, dicen.
Sí, pero los que tenían que ayudarme o me traicionaban o los apresaban o les daba un síncope o algo, la cuestión es que no pude.

Hasta que lo liberaron a los cinco años.
Pagando, ¿eh? ¿Va a durar mucho esto, Juntaletras?

Solo una última cosa: si me dice usted cuál era el lugar de la Mancha de cuyo nombre no quería acordarse me soluciona usted la vida, maestro.
¿Por?

Es una información que tiene un precio.
Eso me lo llevaré conmigo a la tumba.

Pero si ya está muerto.
Que no se lo voy a decir.

Vaaa, porfaaa...
Que no.

No le cuesta nada, hombre.
Me cuesta que tendría que rehacer el comienzo del Quijote.

Un par de líneas de nada.
Que no.

Tch... ‘Ta bieeen... Gracias por todo, maestro.
A vos, Juntaletras.

No le he sacado un carajo de lo que le quería sacar, pero me ha caído mejor que Shakespeare, las cosas como son. Perdón: que Chéspir.