PROTAGONISTA: José María Aznar.

ÉPOCA: El polvazal del lodazal actual.

MOMENTAZO: Pues ya lo veis. En ese preciso instante, el entonces presidente de España, José María Aznar, se creyó mismamente el rey del mundo, o como mínimo del mambo. Y es que, claro, estar ahí sentado con el presidente de EUA, con un puro en la boca y los pies encima de la mesa es lo que le faltaba al ego de Aznar, ya de por sí bastante desarrollado, para convertirse en el EGO de Aznar, que es una cosa de no creer. En la reunión también estaban Chirac, Schröder y un señor que, por la pinta de japonés que tiene, deduzco que debía ser el primer ministro japonés. Ya, podría confirmarlo e incluso averiguar su nombre, pero es que no me apetece un carajo, la verdad. Estaban los tres que no sabían dónde mirar de pura vergüenza ajena, en serio.
Me he fijado en un detalle: mirad dónde tiene la mano Aznar. No sé qué pensaréis vosotros, pero pa’ mí está claro: tan henchido de orgullo y satisfacción estaba el hombre, que al final tuvo una erección. Y, bueno, hay que comprender que no es lo mismo poner los pies encima de la mesa delante de Bush, Chirac, Schröder y el señor japonés, que enseñarles ahí todo el mondongo. Incluso Aznar y su ego tienen límites. O los tenían, al menos.