SANTA INOCENCIA

PROTAGONISTAS: Aqueos y troyanos.

ÉPOCA: Una en la que los hombres se iban por ahí a guerrear por no estarse en casa.

MOMENTAZO: Cuenta la leyenda, historia según Homero, que un buen día el príncipe troyano Paris se fugó con Elena de Esparta porque, ya se sabe, las hormonas tienen estas cosas. Y, claro, los espartanos, aqueos en general y todos sus aliados, para Troya que se fueron para perpetrar su venganza por semejante afrenta.
Tras diez años de asedio, que se dice pronto pero en los que hay más de 3.600 días seguidos, a alguien se le ocurrió lo siguiente: “Oye, ¿y si hacemos ver que nos vamos y les dejamos un descomunal caballo de madera hueco lleno de soldados y se lo regalamos como despedida?”. Si las hormonas tienen sus cosas, el tiempo libre tiene las suyas, es evidente.
Lo sorprendente es que la idea fue dada por buena y, efectivamente, se puso en marcha el plan. Con éxito, además. Porque ahí dejaron los aqueos el caballo, los troyanos lo entraron a la ciudad e, inmediatamente después, se dedicaron a emborracharse para celebrar que la guerra había finalizado sin que nadie en Troya se cuestionara mínimamente el por qué a los aqueos les había dado aquella pedrada en la cabeza después de una década de asedio.
Pero, claro, por la noche, cuando todo el mundo iba cocido hasta las axilas, los soldados que estaban dentro del caballo salieron, abrieron las puertas de la ciudad y el ejército invasor pudo entrar y arrasar con todo cuanto encontró a su paso. O eso contaba Homero, que también metió en la trama a Atenea, Apolo, Poseidón o Afrodita, así que quien se lo quiera creer es bajo su propia responsabilidad.
Y, eso: que lo del caballo de Troya, verdad o leyenda, pasó a la posteridad, pero sin embargo no ha sobrevivido ninguna expresión en plan “Eres más inocente que un troyano” o “Eres más tonto que un troyano” o algo así, ni se hacen chistes sobre Troya como se hacían sobre Lepe. Incomprensible.

LeandroAguirre©2015

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