–¡Que corten al bebé en dos!
–Pero, rey Salomón... ¿qué ha hecho mi pobre hijo?
–Es mi táctica infalible: ahora la verdadera madre me implorará que le salve la vida y así sabré quién es.
–Con todos los respetos, Majestad, aquí no hay dos madres: este juicio es porque mi vecino me ha denunciado por poner la música muy alta. Me he traído al niño porque no sabía con quién dejarlo.
–Que corten el niño por la mitad, he dicho.
–¡Pero Majestad!
–¿Tú eres sabia, plebeya?
–No, pero...
–Pues yo sí, así que a callar.
-¡Se lo imploro, Majestad!
-Mmm... No me convences. Una verdadera madre imploraría mucho más y hubiera implorado mucho antes.
-¡Majestad!
-¡Cortad al niño en dos! Ah... Y pon la música más baja. ¡Siguiente caso! Soy muy grande, en serio.