—Un café solo, por favor.
—¿Sólo, señor?
—Uno solo, sí.
—Me refería a que si sólo el solo, señor.
—Sólo el solo, sí.
—¡Marchando sólo un solo para el solo!
—¡Oiga!
—El señor ha pedido un solo...
—Pero no hace falta añadir lo de solo.
—Pero está usted solo, señor.
—Cierto, sólo que no es necesario gritarlo.
—¿El solo que ha pedido?
—Que estoy solo.
—Con ese carácter no me extraña que esté solo, señor.
—Snifff...
—¿Le pasa algo, señor?
—Sólo es que... ¡qué solo estoy!; ¡buaaa...!
—Venga, ea, ea... (...) ¡¿Viene ya ese solo para el solo o no viene?! ¡Que sólo es un solo, hombre!

PD. La RAE que diga lo que quiera, pero, por poner un ejemplo, esta estupidez de diálogo sería una locura de leer e imposible de entender con su nuevo sistema de acentuación. O, mejor dicho, de no acentuación. Yo ahí lo dejo como apunte.