–¡La cartera o la vida!
–Mmm... ¿Y si me quita la vida no me va a quitar la cartera?
–No, claro: le quitaré la vida y, después, la cartera.
–Entonces la frase adecuada sería: ¡La cartera o la vida y la cartera!
–Tiene usted razón, sería lo correcto.
–Ya sé que es un clásico, pero lo otro deja dudas.
–Cierto, cierto...
–¿Comenzamos de nuevo?
–Venga. ¡La cartera o la vida y la cartera!
–La vida y la cartera.
–¿Está seguro?
–Usted no conoce a los mamones de mis hijos, ¿verdad?
–No.
–Si los conociera no se extrañaría. ¿Me mata ya o qué?
–Es que ahora me sabe mal.
–Cagontó... Ni los asesinos son lo que eran. Traiga la pistola; lo haré yo mismo.
–Pero oiga...
–Ni oiga ni oigo. Inútil.
¡BANG!
–Jodeeer... (...)(...)(...) Y encima no lleva cartera...