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Paranormal

Pues na’… Que estaba yo por mi cueva haciendo mis labores habituales (ya sabéis: que si orar hasta que las palabras se te juntan y pierden todo su significado, que si cuidar del huerto de nabos, que si flagelarme con unas zarzas después de cada comida –de nabos–, que si discutir conmigo mismo porque no me soporto…; esas cosillas…), cuando, de repente, tuve una iluminación.
“El pueblo perico padece”, pensé, así porque sí. “El pueblo perico está confuso, desorientado, triste, cabreado”, continué con mi disertación interior. “El pueblo perico –seguí a mi bola– necesita paz, sosiego, consuelo, guía espiritual”. Y entonces lo vi claro: “Ermitaño, has de volver”, me dije a mí mismo en voz alta. “Has de acompañar a los pericos en estos duros momentos y estar junto a ellos si, finalmente, se consuma la tragedia”.
Entonces me senté en el suelo (¿alguien me dona una silla, por cierto?) y, con inédita determinación, con la solemnidad de las grandes ocasiones, con la trascendencia que requería el momento, me dije a mí mismo: “Bueno, ya si eso, mañana”.
Y ya es mañana y, en realidad, no encuentro motivos lógicos y racionales para deciros que tranquilos, que no pasa nada, que nos salvamos con la gorra. Quizás que ahora tenemos a un tío que mete goles y antes no, pero no mucho más, la verdad. Así que, donde no llega la lógica y el raciocinio, llega lo sobrenatural, lo paranormal, lo numerológico, lo astrológico y hasta lo ectoplasmático, si es necesario.
Porque, a ver… Yo casi calificaría de paranormal que, estando haciendo la temporada de mierda que estamos haciendo, la salvación continúe situada a día de hoy a unos ridículos 3 puntos. Parece que el Universo esté haciendo todo lo posible para que nos salvemos y, por el contrario, que nosotros estemos haciendo todo lo posible para no salvarnos. Es un poco de locos. Cierto es que los otros tres equipos involucrados deben estar pensando más o menos lo mismo, pero, oye, aquí de lo que se trata es de darnos ánimos a nosotros mismos, no de darle argumentos a los demás.
Otra cosa que me animó bastante fue leer que nadie, nunca, se había salvado haciendo menos de 12 puntos en la primera vuelta. ‘Coño, pues no es un dato muy alentador, Ermitaño’, quizás penséis. Y no, no lo es. O, mejor dicho, no lo sería si fuésemos cualquier otro club, pero no sería la primera vez que rompemos estadísticas paranormalmente, tanto para bien como para mal, así que, agarrándome a un clavo ardiendo de nuevo, lo doy como un dato esperanzador.
Y, hablando de clavos ardiendo y de fenómenos paranormales, tengo que hablar de historia. Porque, por lo que sea, el historial que tiene el Espanyol de salvaciones insólitas y casi imposibles no lo tiene nadie más. Y no es una opinión, es un hecho irrefutable. No voy a repasar el currículum porque ya lo conocéis todos, pero solo resaltar un pequeño detalle. Que yo recuerde, solo hay dos clubes, al menos en las últimas décadas, que han conseguido salvarse en el último minuto del último partido de Liga: uno, por su puesto, el Espanyol el día del gol de Coro, y el otro es el Rayo Vallecano con, curiosamente, un gol de un tal… Raúl Tamudo.
Así que, bueno, la cosa está extremadamente jodida, sí, sería de idiotas negarlo, pero también tengo claro que si hay un club que puede sacarlo adelante, ese es el Espanyol. Así que, para animarnos, yo creo que en vez de apostar si nos salvamos o no, deberíamos apostar a ver quién va a ser el canterano que va a meter el gol que nos va a salvar esta vez. Yo voto por Dídac o Javi López. ¿Por? Por nada, porque sería el final perfecto al porro de temporada que estamos viviendo, simplemente. Sería antológico, no digáis que no. Y paranormal como el Espanyol mismo.

LeandroAguirre©2020

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