Aquí hay tomate

Reconozco que soy un tipo bastante imbécil, pero hasta un cierto punto. Es decir: que si me dan a elegir entre un hermoso, sabroso y ecológico tomate cultivado por un pagès de mi pueblo y un tomate de mierda tratado con pesticidas de los que hay en las grandes superficies, pues me quedo con el mismo tomate que tú, está claro.
Dicho esto, eso está muy bien pensando en, legítimamente, uno mismo y su familia, pero si miramos más allá tenemos un problema. Porque hay una pregunta que le he hecho a todos los integristas ecológicos que me he encontrado por la vida (que conste que no estoy llamando integristas a todos los ecologistas; es que en el ecologismo, como en el juntaletrismo y como en todo, también hay integristas) y que ninguno me ha sabido responder. A ver si preguntándolo en público tengo más suerte. La cosa es: ¿cómo se da de desayunar, comer y cenar durante 365 días al año a 7.000.000.000 de personas ecológicamente? Y si alguien cree que la respuesta es que sobra gente, que empiece por dar ejemplo y organice un suicidio familiar o algo, porque eso de decir que sobra gente sin incluirse queda muy feo. Aquí no sobra ni falta nadie: somos los que somos y hemos de comer todos cada día, sin más.
Porque, claro, no queremos, como es lógico, pesticidas, pero tampoco queremos que hagan transgénicos que no necesiten pesticidas porque es súperantinatural y Tutatis sabe qué pueden provocar en el futuro. Seguimos pensando en nosotros mismos y en nadie más, con cariño lo digo. Porque, oye, quizás crear, no sé, un tipo de arroz que necesite una cuarta parte de agua de la que necesita ahora y que además dé cuatro cosechas al año no sea tan mala idea. Y sólo digo quizás, que nadie se enfade. Y en todo caso, y en lugar de mirarlo todo con nuestra visión primermundista, podríamos ir a preguntarlo a África o a la India, a ver qué opinan. Quizás —siempre quizás— las madres de esos lugares, raras ellas, prefieren que sus hijos se mueran de cáncer a los 50 años que de hambre a los 2, ¿no?
Yo no sé, evidentemente, cómo va a ser la agricultura y la alimentación de este planeta dentro de cien años, pero de lo que estoy prácticamente convencido es de que ese es un problema que va a tener que resolver la siempre maligna ciencia y cuya solución no va a pasar por, se siente, volver a cultivar como se cultivaba hace cien años, y menos si además queremos que los animales que ingerimos también sean alimentados ecológicamente. Entre otras cosas porque eso significaría que la mitad del territorio y la mitad de la población tendrían que dedicarse a alimentar a la otra mitad. Y yo no sé si los ecointegristas están dispuestos a trabajar de sol a sol toda su vida para darme de comer a mí, pero a mí, directamente lo digo, no me da la gana hacer lo mismo por ellos. Y llamadme lo que queráis.

LeandroAguirre©2015

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