LACTOSA

Creo que alguna vez he hablado de ello, pero, como comprenderéis, no me voy a poner a rebuscar en las letras que junté hace tres o cuatro años porque tengo cosas mucho más urgentes e importantes que hacer, como sacarme las pelusillas del ombligo o tumbarme apático en el sofá mirando al techo.
La cuestión es que, entendiendo el significado que se le quiere dar, pienso que hay un término que usamos terriblemente mal: la tolerancia. O la intolerancia, que tanto da. Es decir, cuando alguien dice “Yo soy tolerante” básicamente lo que está diciendo es: “Yo tolero a...”. Y la pregunta que me viene a la cabeza inmediatamente es: y tú, ¿quién coño eres para tolerar o no tolerar a nadie? Personalizándolo: ¿quién coño soy yo para tolerarte a ti y quién coño eres tú para tolerarme a mí? Cuando tú toleras a alguien te estás poniendo automáticamente por encima de esa persona, lo que tiene muy poco que ver con la filosofía con la que se pretende utilizar eso de la tolerancia. Porque de otra forma hablaríamos de una tolerancia semejante a la de la lactosa, y creo que no van por ahí los tiros.
Aquí no se trata de tolerancia, se trata de respeto. Para mí frases como “Soy tolerante con los inmigrantes” o “Soy tolerante con los homosexuales” son nefastas. “Yo respeto a los inmigrantes” o “Yo respeto a los homosexuales” me suenan en cambio muy diferente. Que además esas cosas no se dicen, se hacen y ya está.
Pero bueno... En todo caso son tics difíciles de cambiar –que además no es mi intención porque, como os he dicho, tengo cosas más importantes que hacer–, porque vendría a ser como esperar que en las Ramblas de Barcelona no se vendan sombreros mexicanos como souvenir de la ciudad. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, que diría aquél.

LeandroAguirre©2014

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