COMO MOSCAS

Empiezan a caer como moscas. Los clásicos del rock empiezan a caer uno tras otro y, ley de vida, la cosa no ha hecho más que comenzar. El otro día se nos fue Lou Reed, que aunque no sea el mayor de mis ídolos es un tío del que en su momento me compré varios vinilos y que sin duda es, fue, uno de los grandes de ese negocio. Discos como VU, Transformer, New York u otros forman parte de la historia de la música del siglo XX sin discusión. Bueno, todo en esta vida es discutible, claro, pero no mucha gente que haya escuchado más de cuatro discos lo pondrá en duda, aun cuando no sea su artista favorito.
Hablando de discusiones, leyendo los comentarios del pueblo a la noticia en la edición digital de un importante periódico me reencontré con un viejo debate que creía superado: la importancia de las drogas en la creación de los artistas y, sobre todo, que se ponga en duda el mérito del artista en cuestión por el hecho de haber usado estupefacientes durante la creación e interpretación de su obra. Es muy divertido, en serio.
Hace unos años –me fío de mi memoria lo que me fío, así que tanto podrían ser un par como diez–, en el Reino Unido se produjo un intenso debate porque, se ve, habían descubierto que Shakespeare consumía, si no recuerdo mal, cannabis, aunque podría ser cualquier otra sustancia, comenzando por el alcohol. Y el debate no era si aquello fue bueno o malo para la salud de Shakespeare o si el hecho en sí era cierto o incierto, sino si el uso de la sustancia en cuestión le quitaba mérito o no a la obra de Shakespeare. Es decir, que, como el escritor se dopaba, algunos atribuían su habilidad literaria más a la sustancia dopante que al escritor en sí. En el documental que yo vi en su momento unos opinaban tal y otros opinaban cual, hasta que salió un ancianito catedrático de no recuerdo si Oxford o Cambridge y dijo algo tan simple como esto: “En Inglaterra hay veinte millones de consumidores de cannabis y ninguno de ellos ha escrito Hamlet”. Y se acabó el debate.
Pues con Lou Reed la discusión era la misma, sólo que en este caso con un tufillo además por parte de algunos de un “se lo merece” por la mala vida que había llevado. En fin... Con todo el respeto, que les jodan. La música de Lou Reed pervivirá en el tiempo y de la triste y anodina existencia de los que le critican no se acordarán ni sus propios hijos. Y eso no lo solucionan ni todas las drogas del mundo.

LeandroAguirre©2013

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