VLAD III DE VALAQUIA

NOMBRE: Vlad III de Valaquia.

ÉPOCA: Una en la que se derrochaba sangre a diestro y siniestro. Sobre todo a siniestro.

CURRÍCULUM: Al igual que en el caso de Mata Hari de la semana pasada, el príncipe Vlad de Valaquia no es un personaje ni clave ni imprescindible, pero su historia y, sobre todo, su leyenda perviven entre nosotros pasados los siglos. Quizás si os digo que el apellido del príncipe era Drâculea os empiece a sonar más. Efectivamente, en la figura de Vlad se inspiró Bram Stoker para su exitoso personaje el conde Drácula. ¿Mordía el príncipe cuellos, dormía en ataúdes, era inmortal y se convertía en murciélago? Pues no exactamente, pero que, vamos, le gustaba más la sangre que a un tonto un lápiz o a un juntaletras un boli o un teclado.
La cosa es que Vlad III se ve que no perdonaba una y además no se andaba con chiquitas. Su entretenimiento y método de ejecución preferido era empalar a la gente. Es decir, meterle un palo de tres o cuatro metros por el recto a los condenados y empujar hasta que saliera por arriba. Hay gente muy retorcida y enferma, efectivamente. De ahí, parece, viene su fama de bebesangre, porque, según cuentan, el hombre, como por entonces no había tele ni internet ni nada, miraba las ejecuciones mientras comía y mientras, dicen, se bebía en una copa la sangre de los ejecutados. Y es que cómo exagera la gente: no iba por ahí mordiendo cuellos como un salvaje, sino que se bebía la sangre en copa como las personas civilizadas, hombre.
¿El resto del reinado de Vlad? Yo qué sé… Bebía sangre, eso es lo que importa.

MOMENTAZOS:
–Cosillas
. Muchas son las anécdotas sangrientas que sobre Vlad se cuentan. Por ejemplo, se explica que una amante del príncipe quiso dárselas con queso e intentó colarle un falso embarazo. Tras asegurarse a través de una matrona que no estaba en estado, le rajó la tripa gritando que quería ver el fruto de sus entrañas. O también se topó un día con un campesino que iba hecho unos zorros y, al considerar que su esposa no era una buena ídem por dejarle ir de esa manera, mandó empalarla y le envió al hombre otra mujer para que se hiciera cargo de él. E historias así hay a decenas. Cada uno tiene sus cosillas, oye.
–La copa de oro. Hay una anécdota que explica muy bien hasta qué punto tenía Vlad acojonado a su pueblo. Un día decidió poner en la fuente de la plaza principal una copa de oro para que la gente pudiera beber de ella. Que vaya guarrada todo el mundo bebiendo de la misma copa por muy de oro que fuera, pero bueno. La cuestión es que Vlad advirtió que a quien se le ocurriera llevarse la copa se iba a cagar. Y, efectivamente, durante todo el reinado del príncipe nadie osó robarla. Que casi había que tenerle más miedo a lo que podías agarrar tras beber de aquello que a la ira del príncipe Vlad, pero la cuestión es que, como es comprensible por el currículum del tipo, nadié se atrevió a llevarse la copa.
–Trofeo. Alguien como Vlad no podía morir tranquilamente en su cama de anciano, está claro. Lo que sucedió es que, en plena guerra contra los turcos, estos le tendieron una emboscada y se lo pulieron a él y a toda su guardia personal, que para qué se va a dejar el trabajo a medias. Los turcos separaron el rostro y la cabellera del cráneo de Vlad y se lo llevaron a Estambul como trofeo. Y es que, sí, el príncipe Vlad era un animal sanguinario sin discusión, pero es que, como vemos, en aquella época poca gente se andaba con tonterías con los enemigos, aunque estos estuvieran ya muertos.

EPÍLOGO: Tiene más glamur lo del ataúd y tal, efectivamente, pero mil condes Dráculas no dan el miedo que medio Vlad Drâculea, las cosas como son.

LeandroAguirre©2013 (revisión 30/09/2015)

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