TUTANKAMÓN

NOMBRE: Tutankamón.

ÉPOCA: Una en la que no se conformaban con enterrar o quemar a los muertos y construían pirámides para que los susodichos estuvieran cómodos en el más allá. Las construían esclavos, eso sí, que sino de qué.

CURRÍCULUM: Tutankamón es el ejemplo de que no hacen falta grandes obras, grandes invasiones o grandes matanzas para pasar a la posteridad: basta con una tumba bonita en perfecto estado de conservación. Porque, de hecho, el reinado y el legado de Tutankamón no es tampoco para tirar cohetes ni perder el oremus. No es de extrañar teniendo en cuenta que al chaval —llamarle 'hombre' quizá sería un poco excesivo— le tocó ser rey cuando tenía entre ocho y diez años y que se murió con apenas 18, justo cuando se acababa de sacar el carnet de conducir cuádrigas, por lo que tampoco se le podía pedir demasiado más. Dicho de otra manera, Tutamkamón un día estaba eligiendo si quería el helado de naranja o limón o si quería ver los Teletubbies o Dora la exploradora, y al día siguiente estaba decidiendo leyes, pasando del monoteísmo al politeísmo, construyendo templos y, en definitiva, mandando sobre un reino entero, que allí no habían regentes ni nada que se le pareciera.
Pues eso, que currículum el 'Rey Niño' no tenía demasiado, pero aun así está en el imaginario colectivo como una de las personas más conocidas del Antiguo Egipto junto a personajes de la talla y trascendencia de Ramsés o Cleopatra. ¿Justo?; ¿injusto? Es lo que hay, no hay que darle más vueltas. Si el destino ha querido que Tutankamón, Justin Bieber o Belén Esteban sean famosos a pesar de tener los méritos justitos para ello, es porque así había de ser. ¿Quiénes somos nosotros para enmendarle la plana al destino? Humildad, hermanas y hermanos, humildad…

MOMENTAZOS:
–Malaria ósea.
Tutankamón murió, como ya se ha avanzado, bastante prematuramente. Como suele suceder, hay diversas teorías al respecto, pero la más aceptada es que falleció de una malaria complicada con una enfermedad ósea. O al revés: una enfermedad ósea agravada por una malaria. Que agravar una malaria es mucho agravar, pero bueno. El caso es que el chaval nunca dejó de ser un chaval. Pero, oye, no sé cuántos de nosotros hemos llegado a ser faraones y hemos reinado ocho o diez años, así que menos penita pena.
–XVIII. Tutankamón pertenecía a la Dinastía XVIII, lo que demuestra lo prácticos que eran los egipcios. Nada de Austrias, Borbones o Winsors: con números, como las calles de Nueva York. Claro que, ahora que lo pienso, a la hora de estudiarlos acordarte de si uno es XVIII o XVII o si es XXV o XXVI tiene que ser un verdadero drama. Rectifico: lo de los Borbones y Winsors está mejor. XLVIII o XLVII… Qué locura… Quita, quita…
–La maldición. Casi más famoso que Tutankamón fue Howard Carter, el descubridor de la tumba del faraón. Y casi más famosa que Tutankamón fue la maldición de Tutankamón, que, supuestamente, acabó con la vida de todos los que estuvieron relacionados con la profanación del sepulcro. Bueno, con todos no porque Carter murió tranquilamente de anciano en la cama. La explicación científica es que, claro, el interior de la tumba estaba lleno de esporas malignas y bichillos varios que llevaban milenios esperando unos pulmones y unos intestinos donde colocarse. Es una explicación cabal y sensata, indudablemente, pero tiene un pequeño fallo: que no aclara los casos de, por ejemplo, accidentes de tráfico o suicidios, y mucho menos todos los casos a los que los médicos no encontraron explicación alguna. A mí es que me gusta pensar que era Tutankamón el que se los cargaba, qué queréis que os diga. Soy un romántico, ya lo sé.
–El vello como escarpias. Aunque lo más insólito de esta historia, lo que pone los pelos de punta de verdad, es que, increíblemente, todo lo que se extrajo de la tumba de Tutankamón… ¡está en Egipto y no en el British Museum de Londres! Cuando piensas que la vida y la historia ya no puede sorprenderte más, van y te golpean dejándote como un pipiolo. No sé si sois conscientes, pero esto es de lo más fuerte que ha salido en esta sección desde que nació. Pero con mucha diferencia, además.

EPÍLOGO: Vive deprisa, muere joven y deja una bonita momia. Infalible.

LeandroAguirre©2013 (revisión 09/09/2015)

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