AUGUSTO PINOCHET

NOMBRE: Augusto Pinochet Ugarte.

ÉPOCA: Una en la que subirte a un avión no era sinónimo de un viaje placentero.

CURRÍCULUM: Cuando, Franco aparte, el virus del fascismo desapareció de Europa, comenzó a expandirse por otros lugares. Uno de esos sitios fue la América Latina y especialmente cruentas fueron las dictaduras militares en Argentina y Chile, esta última perpetrada por nuestro protagonista de hoy.
Pinochet llegó al poder como suelen llegar los militares –es decir cargándose al gobierno legítimamente constituido– y ejerció el poder como suelen hacerlo los militares también: cargándose a todo aquél que osara levantar la mano para preguntar. Y así durante diecisiete largos años, que comparados con los cuarenta de Franco pueden parecer una nimiedad pero que para los chilenos fue toda una eternidad.
Lo que ya no es tan habitual es el final político de Pinochet. Lejos de muertes violentas como las de Hitler o Mussolini o de la muerte en la cama de Franco, Pinochet traspasó el poder –aunque, por si las moscas, se quedó como comandante en jefe del Ejército– y, posteriormente, pasó por un proceso judicial que comenzó en Londres y acabó en su propio país. Nunca pisó la cárcel, cierto, pero el solo hecho de ver a un dictador sentado en el banquillo de los acusados ya era una novedad. Evidentemente, por la edad que tenía el proceso no llegó a finalizarse nunca por incomparecencia por defunción del acusado, pero, oye, el que no muriera tranquilamente y el que los chilenos pudieran decirle lo que quisieran decirle ya era algo inédito. Que, en el fondo, es lo mejor que tienen los dictadores: que al final siempre te acaban dando una alegría y se mueren.

MOMENTAZOS:
–Yankees.
Lo de las dictaduras latinoamericanas y en otros lugares fue un virus, sí, pero un virus con un claro propagador: los EEUU de América. A los yankees, con tal de que no se expandieran el socialismo y el comunismo por el mundo, y menos si era cerca de casa porque con Fidel tocando lo que no sonaba ya tenían suficiente, ya les iba bien tener a toda esta serie de animales gobernado por ahí. Como decía Kissinger, eran unos cabrones, cierto, pero eran sus cabrones. Sí, éstos son los que van dando lecciones de democracia por ahí.
–Volando voy, volando vengo. Pinochet, que era como una groupie de Franco, utilizó su misma táctica cuando llegó al poder: pulirse a toda oposición viviente. Verdad es que Franco partía con ventaja porque después de cuatro años de guerra ya tenía gran parte del trabajo hecho, pero Pinochet se puso manos a la obra y en poco tiempo no quedaron en Chile más que, por vocación o por obligación, pinochetistas. A Pinochet, por cierto, no le dio por quemar a la gente en hornos ni enterrarlos en fosas comunes, sino que, en un alarde de originalidad, subían los cadáveres en aviones y helicópteros y los lanzaban mar adentro. Y es que cada dictador tiene su propia pedrada sanguinaria en la cabeza, es así.
–Garzón. El comienzo del fin para Pinochet fue cuando fue detenido en Londres gracias a una orden internacional de captura emitida por el juez español Baltasar Garzón. Que es irónico, por no decir cojonudo, que eso procediera de un país que aún tiene calles y plazas del Generalísimo por ahí, por no hablar de las fosas comunes desparramadas por toda la península o el horrorosísimo y asquerosísimo Valle de los Caídos. En fin, lo de la paja ajena, la viga propia y tal y cual, ya sabéis.

EPÍLOGO: Pues un hijoputa, como cualquier dictador, para qué vamos a extendernos más. Siempre dicho con todo mi respeto por las putas, por supuesto, a las que, pobres, siempre les adjudicamos la maternidad de una gentuza impresentable y no se lo merecen.

LeandroAguirre©2013

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