NERÓN

NOMBRE: Nerón Claudio César Augusto Germánico.

ÉPOCA: Una en la que las ciudades ardían por combustión espontánea.

CURRÍCULUM: Nerón... Qué decir de Nerón... Para algunos, uno de los mayores chalados de la historia; para otros, no fue para tanto y se exagera todo un poco. ¿Con qué versión nos quedamos en la Infrahistoria? Con la morbosa, está claro. Con la que dice que era un chalao, vamos, que sino de qué.
Nerón sube al poder un poco por casualidad. Bueno, por casualidad y porque su madre Agripinila, que fue la última esposa del gran Claudio, hizo todo lo posible y lo imposible, lo legal y lo ilegal, y lo sangriento y lo incruento para que así sucediera, las cosas como son. La cuestión es que a Nerón lo nombraron emperador y a partir de ahí todo son dobles versiones. Que si fue un buen emperador o fue un emperador horroroso; que si fue muy valiente o muy cobarde; que si quemó Roma o no quemó Roma; que si era muy popular o que la gente le odiaba... Todo así. Si lo pensáis es un poco normal. Imaginad que dentro de diez siglos reciben información de Rajoy por dos vías: una a través de Paco Marhuenda y otra a través de gente humana normal. No sabrían con qué quedarse, pobres. Igual hasta podrían llegar a pensar que era un gran estadista, imaginaos.
En todo caso, ya sé que es mucho más famoso pero Nerón no le llegaba a su primastro Calígula ni a la altura de las sandalias romanas. Calígula no quemó Roma, cierto, pero solamente porque se lo cargaron y no le dejaron tiempo. Por lo demás estaba como un millón de veces más enfermo de la cabeza que Nerón y es, como pirado, mucho más entrañable. No hay ni comparación. Pero ni comparación.

MOMENTAZOS:
‘Roma’s burning!’.
La versión que ha quedado en la memoria colectiva es que Nerón quemó Roma porque quería urbanizar la ciudad de nuevo, y que, no sólo eso, se dedicó, todo inspiración, a tocar la lira mientras eso sucedía. Pero hay otra versión que dice que el incendio fue fortuito, que a Nerón le pilló fuera de la ciudad, y que al enterarse regresó a Roma para hacerse cargo de la desgracia, llegando incluso a abrir el palacio imperial a toda la gente que se había quedado sin morada. ¿La verdad? La sabe Nerón. Lo que sí parece improbable es que el incendio lo provocaran los cristianos, aunque ellos mismos confesaran el delito. Y es que, claro, si te amenazaban con una apacible tarde de circo con unos leones mientras estabas atado a una rueda que te descoyuntaba los miembros, confesabas hasta el asesinato de Kennedy, es humano.
Rebeldes con causa. Lo que sí parece cierto es que Nerón tenía una especie de imán para las rebeliones. Se le rebelaban los senadores, se le rebelaban los británicos, se le rebelaban los galos, se le rebelaban los judíos... No fue el suyo un gobierno estable como el de Augusto, indudablemente. Hasta que, claro, en una de esas rebeliones un tal Galba, apoyado por el Senado, botó a Nerón acabando con su reinado. Así funcionaban las cosas en Roma: pim pam pum. Qué gente más maja, en serio.
Suicidio P.O. Y bien: una vez depuesto, Nerón intentó huir de Roma pero fue apresado por la Guardia Pretoriana y obligado a suicidarse, pero ni eso hizo de forma normal Nerón. En este caso, su suicidio consistió en ordenarle a su secretario que le clavara un cuchillo, se supone que porque clavárselo él mismo era una tarea agotadora. Famosas también las supuestas últimas palabras del ya ex emperador: “Qué artista muere conmigo”, se ve que dijo. Genio y figura hasta, literalmente, la sepultura.

EPÍLOGO: Pring pring priiing... (Es el sonido de una lira. Lo he clavado, ¿a que sí?)

LeandroAguirre©2014 (revisión 29/04/2015)

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