LA INQUISICIÓN

ACONTECIMIENTO: la Inquisición Española.

ÉPOCA: Una tremendamente peligrosa para ser bruja.

CRONOLOGÍA: Inquisición hubo en muchos países de Europa y, muerto más muerto menos, todas eran igual de bestias. Pero la palma y la fama se la llevó, indudablemente, el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, o, lo que es lo mismo, la Inquisición Española, que, básicamente, era una pandilla de curas sádicos y sedientos de sangre que no conocían madre ni medias tintas: o eras cristiano, y además un buen cristiano —o lo que sus cabezas enfermizas consideraban que era un buen cristiano—, o te pasaban por la piedra tras, por pasar el rato más que nada, torturarte de las más originales, variopintas y divertidas maneras. Judíos, protestantes, moriscos, brujas, zurdos, bizcos, gente con hongos en los pies… Les daba todo igual, oye. Que tiene pelotas que encima se hiciera llamar 'santa', pero es que además de todo eran un ejército de cínicos. O sea: le cambias a Bin Laden el turbante por una cruz y el Corán por la Biblia, y mismamente. Una pandilla de talibanes, vamos. Qué tiempos tan entrañables, verdaderamente.

MOMENTAZOS:
–Torquemada.
La gran rock 'n' roll star de la Inquisición, sin discusión. Este tipo, Tomás de Torquemada, confesor de la reina Isabel para más señas, fue uno de los responsables directos de la expulsión de judíos y, como capo di tutti capi de los chalados con sotana, como jefe de la Inquisición, se ganó apodos como 'el martillo de los herejes'. Claro que hubiese sido mucho más propio y correcto llamarle 'el destripador de los herejes' o 'el asador de los herejes' o 'el torturador de los herejes', que son apodos que le hacen mucha más justicia que un vulgar martillo.
–Justicia ciega. Como podéis imaginar, las garantías judiciales de aquella época no eran las mismas que las de ahora. Entonces bastaba con que tu vecino te tuviera manía y te acusara de herejía o brujería sin ninguna prueba ni fundamento para que aquella gente te condenara a morir en la hoguera tras arrancarte las uñas de las manos y los pies con unas tenazas al rojo. Así que no os quejéis de cómo está la justicia ahora que siempre podría ser peor. Que es que nos quejamos por vicio, hombre.
–Brujas. Especial predilección tenía la Inquisición por las brujas. No se sabe por qué motivo, pero el caso es que a los curas de aquella época pocas cosas les ponían más que quemar a una bruja. Vale que entonces no había fútbol, pero también se podrían haber entretenido con otras cosas. Podrían, por ejemplo, haberse golpeado sus propios genitales con el martillo de Torquemada. Pero no: quemaban brujas. O lo que ellos consideraban brujas, claro, porque no había nada más peligroso en aquella época que ser mujer y que te saliera una verruga en la nariz. Una sentencia de muerte, era.
–Tortura. Las cosas como son, si algo tenía la Inquisición era una gran imaginación para torturar a la gente. A ver: una gran imaginación y mala fe para dar y regalar. Porque se ha de tener mucha mala fe —y estar muy enfermo— para que se te ocurra según qué. La más famosa era la del potro, ésa en la que te tensaban las extremidades con una rueda hasta que se te dislocan los miembros, pero hay más. Por ejemplo, aplicar carbones al rojo en zonas sensibles del cuerpo. O meter agua por la boca con un embudo hasta que reventabas por dentro. O la más retorcida, la de la cabra, que consistía en bañar los pies de los reos con agua salada y acercar una cabra, que lamía las plantas de los pies de los torturados. No es para tanto, pensaréis, pero, claro, si la operación se repite las suficientes veces, la lengua rugosa de la cabra puede llegar hasta el hueso y más allá, con lo cual, sí: es para tanto. Como una cabra los de la Inquisición, efectivamente.

EPÍLOGO: La Inquisición puede parecer una cosa lejana, pero en el fondo todo depende del poder que le des a la gente. Dicho de otra manera, si a Wert o Rouco les dieran carta blanca como se la dieron a Torquemada, no sé yo si habría muchas diferencias. ¿O qué?

LeandroAguirre©2012 (revisión 14/01/2015)

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