MAHATMA GANDHI

NOMBRE: Mohandas Karamchand ‘Mahatma’ Gandhi.

ÉPOCA: Una en la que en la India había más ingleses que serpientes.

CURRÍCULUM: Gandhi era un señor pequeñito que descolocó al Imperio Británico y al mundo en pleno con una nueva forma de lucha desconocida hasta entonces: la pasiva y la de la no violencia. En un mundo en el que el concepto ‘lucha no violenta’ no cabía —ni cabe en general ahora— en cabeza alguna, Gandhi consiguió, a base de huelgas de hambre o marchas pacíficas, bastantes de los objetivos políticos que se había propuesto, entre ellos la independencia de la India.
La presencia de un personaje como Gandhi en un planeta dominado por gente como Hitler o Stalin no parecía tener demasiado futuro, pero, contrariamente a lo que se pudiera esperar, su lucha diferente surtió efecto y fue fuente de inspiración a generaciones venideras y actos futuros, como por ejemplo la lucha de Luther King y los suyos. ¿Ha funcionado siempre esta táctica? Pues desgraciadamente no, la verdad, porque generalmente los partidarios de la ‘sí violencia’ suelen, aparte de tener armas, ser muy bestias y, resistencia pasiva por resistencia pasiva, prefieren que los resistentes sean pasivos porque son un cadáver que no que lo sean por voluntad propia. Y es que la lucha no violenta está muy bien pero sólo cuando estás vivo, porque de otra forma nadie te hace caso.

MOMENTAZOS:
–No sex.
Resulta que cuando Gandhi tenía 16 años su padre se puso muy enfermo. El Mahatma, que por supuesto era más bueno que el pan, no se separó de su progenitor durante toda la enfermedad, pero un día en el que su tío le relevó por un rato, Gandhi se fue con su esposa a la cama a hacer esas cosas que los matrimonios, sobre todo a tan temprana edad, suelen hacer en la cama. Pero, oh, destino, mientras hacían ñacañaca el padre de Gandhi murió. Tan culpable se sintió el Mahatma, que al final tomó la decisión de practicar el celibato. Eso sí: tomó tan drástica medida veinte años después del suceso, con lo que aún disfrutó del sexo durante dos décadas. Y es que dejar de comer es duro, sí, pero lo otro es insoportable, sin duda.
–El ying y el yang. Pero... ¿existe el bien absoluto? O preguntado de otra manera: ¿era Gandhi tan bueno como parecía? Pues según algunos historiadores no. Se le acusa, por ejemplo, de un supuesto maltrato a las mujeres y de un no tan supuesto racismo, porque se le atribuyen algunas frases no muy halagüeñas para con los negros o con algunas castas de la India. ¿Verdad?; ¿mentira? Personalmente yo a la gente perfecta sin mácula alguna no me la creo demasiado, pero, como no podemos comprobarlo, que cada cual piense lo que quiera. Si es que a alguien le apetece pensar algo al respecto, por supuesto.
–Rama Lama. A Gandhi, como por otra parte a casi todo el mundo que pasa por la Infrahistoria, lo mataron. De tres disparos, concretamente. Y no fueron ni los británicos, ni los pakistanís, ni los negros, ni tan siquiera la CIA, que ya es raro que no esté metida en un fregado así. No: fue otro señor hindú como Gandhi. ¿Por qué? No sé, vete a saber la pedrada que tenía el tipo en la cabeza; la cuestión es que lo mató. Se ve que las últimas palabras del Mahatma fueron las sigientes: “¡Hey, Rama!”. Que de ahí viene, efectivamente, aquella alegre canción llamada Rama-lama-ding-dong de Rocky Sharpe and the Replays. Mis conocimientos son vastos e inacabables, lo sé. Absolutamente inútiles también, cierto, pero vastos e inacabables.

EPÍLOGO: Paz.

LeandroAguirre©2013 (revisión 10/12/2014)

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