FELIPE V

NOMBRE: Felipe V de España.

ÉPOCA: Una en la que habían guerras, se firmaban pactos y tratados para acabar con ellas, se incumplían, se volvía a la guerra, y así todo el rato. Un círculo vicioso, que se le llama.

CURRÍCULUM: Como parece claro que, sí o sí, nos guste o no nos guste, vamos a tener un Felipe VI, habría que echarle un vistazo a quién fue Felipe V. Por curiosidad, más que nada. Y, bien, nos encontramos con un tipo que, parece ser, muy centradito en el trono no estaba. Es normal cuando estás aquejado por depresiones e incluso demencias: la rutina y el trabajo son difíciles de cumplir.
Aun así, en los momentos de lucidez en los que el rey reinaba, no se puede decir que no tomara decisiones. Unas mejores y otras peores, unas mejor acogidas que otras, pero tomó decisiones. Por ejemplo, fue el que promulgó los Decretos de Nueva Planta, por los que los territorios de la antigua Corona de Aragón perdían sus fueros y privilegios por haber apoyado a los Austrias en contra de los Borbones en la Guerra de Sucesión, algo que a día de hoy, trescientos años después, aún trae cola y consecuencias. Y lo que te rondaré morena. O también fue que el que agarró el Tratado de Utrech para utilizarlo de papel higiénico, recuperando territorios en Italia y consiguiendo una insólita alianza entre Gran Bretaña, Francia, Holanda y Austria en contra de España, así de cabreados los tenía a todos. Hay más cosas, evidentemente, pero esto es un resumen, no una tesis doctoral.
En fin, que cuando el hombre regía en todas las acepciones del término tomaba múltiples decisiones tanto en política interior como exterior, y cuando no, las tomaban otros por él. Un reino no puede pararse por algo tan tonto y nimio como que el rey no esté en condiciones de reinar, está claro. Que se lo pregunten al Cid.

MOMENTAZOS:
¡Fiestaaa!
A la mitad de su reinado, Felipe V abdicó. Como lo oís. Se ve que el hombre agarró una depresión de padre y muy señor mío y lo dejó todo en manos de su hijo de diecisiete años Luis, que reinaría como Luis I. Y, bueno, el chaval reinó lo que pudo, porque a los pocos meses falleció de viruela. Gran discusión hubo entonces sobre si tenía que ser su hermano Fernando de once años el que asumiera el trono o era Felipe V el que debía recuperarlo, siendo esta última la opción que acabó triunfando. Y así, sin ningunas ganas ni motivación, Felipe continuó reinando entre depresión y depresión y entre apatía y apatía. El palacio real era una fiesta continua, dicen.
Cuanto cabrón... Es especialmente irónico que Felipe V haya pasado a la historia con el sobrenombre de ‘El Animoso’. Es decir, o el apodo es todo sarcasmo y cachondeo por parte de sus contemporáneos, o realmente sus contemporáneos no tenían ni pajolera idea de cómo era en realidad su rey. Yo voto por lo del cachondeíto, más que nada porque tiendo a pensar que la gente es más cabrona que idiota y no me creo que nadie supiera de las enfermedades mentales del monarca. El Animoso... Es como si a Fidel le llamaran ‘El Mudo’ o a Hitler ‘El Majete’, poco más o menos.
La granja. El final de Felipe V no es especialmente reseñable: pilló una apoplejía y allí se quedó. Cabe resaltar que es de los pocos monarcas españoles que no está enterrado en El Escorial, sino en un lugar llamado La Granja de San Ildefonso. Pero que no os engañe el nombre, porque Felipe V no reposa ahí junto a gallinas o cerdos, sino en un palacio de la hostia. Depresivo, sí; demente, también; pero hasta un cierto punto, entendámonos.

EPÍLOGO: Si entonces hubiese existido el Prozac, la historia de España hubiera sido muy diferente. No sé si mejor o peor, pero diferente.

LeandroAguirre©2013 (revisión 03/12/2014)

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