ALEJANDRO MAGNO

NOMBRE: Alejandro III de Macedonia.

ÉPOCA: Una en la que Macedonia no era vista como un simpático y sanísimo revuelto de frutas.

CURRÍCULUM: Alejandro Magno es uno de los grandes personajes históricos de todos los tiempos. Un hombre que a los 20 años se vio coronado rey de Macedonia y al que, ya se sabe, preso del ardor de la juventud, su país se le quedó pequeño y se puso a conquistar tierras a diestro y siniestro. Bueno, más bien a diestras que a siniestras, la verdad, porque, mirando el mapa, a Alejandro le dio más bien por ir hacia los orientes que hacia los occidentes. Y así, a lo tonto a lo tonto, el hombre llegó hasta la India porque, básicamente, cuanto más avanzaba más pereza le daba hacer el camino de vuelta a Macedonia.
La suerte para China, Mongolia y todos los territorios que a Alejandro le quedaban por delante es que, al igual que comenzó a reinar a temprana edad, también falleció muy joven y no le dio tiempo a acabar con el trabajo. Porque si no, quién sabe, al final Alejandro hubiera regresado a Macedonia, pero por el otro lado tras haber conquistado China, América y Europa Occidental. Y es que, como vamos viendo en diversos casos ya en la Infrahistoria, parece ser que esto del conquistar es como el rascar: que empiezas como sin querer y luego ya no sabes cómo parar.
La principal diferencia entre Alejandro Magno y otros conquistadores y/o emperadores que han habido por ahí es que el macedonio, en lugar de intentar imponer sus genitales allá por donde conquistaba y exterminar al enemigo, intentaba que los anexionados se sintieran cómodos en su nuevo papel de macedonios. Les ofrecía trabajo en el ejército, fomentaba los matrimonios mixtos y cosas así. Efectivamente: un conquistador hippie, que pueden parecer dos términos contrapuestos pero que, como demostró Alejandro, pueden ser compatibles. Esquizofrénicamente compatibles, pero compatibles al fin y al cabo.

MOMENTAZOS:
–Muerte.
Como corresponde a un gran personaje como éste, no están claros del todo los motivos de su muerte. Mientras unos se decantan por el envenenamiento, otros lo hacen por la fiebre del Nilo o la malaria. En todo caso todos coinciden en que, esa noche, Alejandro se metió en la bañera cocido de vino hasta las cejas, pero nadie atribuye a ese hecho la más mínima relevancia. Curioso al menos, ¿no?
–Sepultura. Probablemente el gran misterio de la arqueología: ¿andestá el sarcófago de Alejandro Magno? Muñeca chochona para el que lo encuentre, desde luego, porque desde Alejandría, donde estuvo expuesto durante unos siglos, que ni se sabe. Lo que sí se sabe es que el sarcófago fue saqueado sin contemplaciones durante ese periodo de tiempo. Y no por la chusma, no, sino por gente como Ptolomeo IX, rey de Egipto que fundió el oro del sarcófago para realizar monedas porque, se ve, su reino estaba como el de España ahora y necesitaba cash, o Calígula, emperador romano que, simplemente, se había encaprichado del casco de Alejandro. Qué grande era Calígula, en serio. Y qué ganas tengo de que me dé por hacer su Infrahistoria.
–Aristóteles. ¿Te acuerdas de cómo se llamaba tu profe cuando eras pequeñita o pequeñito? Pues Alejandro sí que se acordaba porque era ni más ni menos que Aristóteles. Va, a ver quién puede decir lo mismo. De hecho, Aristóteles le hacía aprender Arístoteles a Alejandro, lo que era una situación bastante extraña. No sé… Es como tener delante a Einstein examinándote sobre la teoría de la Relatividad y su autor. Qué presión, oye.
–Orgullo gay. Sobre lo que parece que no hay duda alguna es sobre la sexualidad de Alejandro: gay hasta las trancas. Se casó varias veces con mujeres, sí, pero en aquellos tiempos, ya se sabe, y más para los reyes, eso del matrimonio era una cuestión meramente estratégica, logística y profesional. Se dice también que a Alejandro le gustaba en la intimidad vestirse de mujer, con lo que probablemente estaríamos hablando de la primera drag-queen de la historia. Un drag-queen, además, guapo, culto, refinado y de profesión rey y conquistador. No sé qué más se puede pedir, la verdad. No se acaba de entender por qué no es el icono máximo de cualquier gay pride parade. Incomprensible e injustísimo.

EPÍLOGO: El ídolo de gente como Napoleón o Julio César. No sé si es buena o mala carta de presentación, pero no hay mucho más que añadir.

LeandroAguirre©2013 (revisión 02/07/2014)

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