EL SÁDICO

NOMBRE COMÚN: Sádico.

NOMBRE CIENTÍFICO: Que si nos dejábamos cortar un ratillo con una cuchilla de afeitar nos lo decía sin ningún problema. “Y una mierda”, ha sido nuestra respuesta, obviamente.

CARACTERÍSTICAS: Si la semana pasada estudiamos al Masoca, no nos quedaba otro remedio en ésta que hacerlo con el Sádico, su anticristo. El Sádico es, básicamente, esa especie que disfruta haciendo daño a los demás. Porque sí. Porque hoy es hoy. Porque yo lo valgo. Pero especifiquemos: disfruta haciendo daño a los demás si esos demás son más débiles que él, porque la otra característica principal de esta especie es su cobardía.
A los Sádicos se les reconoce desde bien pequeñitos, pues mientras el resto de especies dedican su infancia a jugar a fútbol o saltar a la comba, el Sádico dedica la suya a quemar hormigas, a arrancarle las alas a las moscas, a torturar gatos o a cualquier otra actividad cruel que provoque sufrimiento ajeno. Cuando crecen, la mayoría de Sádicos limitan su sadismo al aspecto sexual por dos motivos principalmente: el primero, porque a la mayoría del resto de especies, a excepción naturalmente del Masoca y alguna más, no les suele entusiasmar la idea de que les hagan daño por la cara, aparte de que es delito; y el segundo, porque no está muy bien visto, aunque no sea delito, que una persona ya adulta vaya por ahí quemando hormigas, arrancándole las alas a las moscas o torturando gatos. Pero un Sádico siempre tiene su sadismo ahí latente y hay que andarse con ojo con ellos. Por si acaso.

TIPOS: Para vuestra segura sorpresa, son dos. Por un lado están los Domesticados, que son la gran mayoría de Sádicos. Este espécimen, debido a lo mal visto que está socialmente el sadismo, no ha tenido más remedio que acotar su actividad a, como habíamos apuntado antes, su actividad sexual con los Masocas. ¿Cómo lo sobrelleva el resto del tiempo? Como puede: se va a mirar colisiones, pisa todos los bichos que se encuentra por la calle y tortura a todos los que se encuentra por su casa, provoca accidentes presuntamente involuntarios a los individuos con los que se cruza... Sus cosillas, vamos. Y después están los Salvajes, Sádicos sin domesticar que van desparramando su sadismo sin cortapisas por la vida. Se ha de decir que suelen hacerlo por un periodo limitado de su existencia porque la mayoría de ellos acaban o bien en la cárcel, o bien en un centro psiquiátrico, o bien muertos. Es normal, creemos.

HÁBITAT: Donde pueda ver sufrir gente: tanatorios, hospitales, gimnasios, chiringuitos de playa... Cuando no puede estar en esos lugares deambula por los mismos hábitats que la mayoría de especies, aunque siempre atento, eso sí, a los sufrimientos que pueda detectar por ahí para poder disfrutar de ellos aunque sea brevemente.

ALIMENTACIÓN: Lo que más le entusiasma son cosas como echarle limón a las ostras vivas, decapitar pollos, asistir, y a poder ser participar, en matanzas de cerdos o echar en agua hirviendo a las langostas que aún se mueven. ¿Alguien se esperaba otra cosa?

APAREAMIENTO: Ningún problema, pero siempre que sea con Masocas porque de otra forma es imposible. ¿Pueden dos Sádicos aparearse entre ellos? Poder por poder pueden, pero no es aconsejable porque uno de los dos, e incluso los dos, acaba seguro en el cementerio. Cuando se entusiasman no tienen medida.

COMPATIBILIDADES: Con el Masoca mayormente, claro. ¿Otras especies compatibles? Alguna otra como los Sumisos, pero son compatibles sólo un poco y sólo un poco rato, así que es innecesario enumerarlas. Y además no nos apetece, para qué vamos a engañar a nadie a estas alturas ya.

INCOMPATIBILIDADES: Especialmente incompatibles con especies como los Jipis, porque los consideran unos salvajes sin corazón, y con especies como los Nometoques porque pueden llegar a matar a un Sádico si éste se equivoca con ellos. ¿Sádico con Sádico? Bastante incompatibles entre ellos a no ser que, por supuesto, tengan en común un Masoca al que atizar.

CONCLUSIÓN: Entre un Masoca y un Sádico, está claro que es mucho más tolerable un Masoca. Es decir: que entre alguien al que le gusta que le hagan daño, que es su problema, y alguien a quien le gusta hacer daño, que ya es el problema de los demás, es evidente que no hay color.

LeandroAguirre©2013 (revisión 27/01/2015)

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