EL PUNKI

NOMBRE COMÚN: Punki.

NOMBRE CIENTÍFICO: Ni lo hemos intentado porque en el improbable caso de que un Punki tuviera un nombre científico no lo aceptaría o lo destrozaría. Es verano y hace calor, no está la cosa para sobreesfuerzos.

CARACTERÍSTICAS: Ante todo y sobre todo aclarar que el Punki como especie humana no es el punki como música o como tribu urbana. Es más: la mayoría de punkis no son, aunque les duela, Punkis. Pongamos un ejemplo práctico, va. Un día el gran Keith Moon, batería de The Who, se fue a ver un concierto de punk cuando el punk nacía. El muy cachondo se presentó allí en limusina y ataviado con un abrigo de pieles y estacionó frente a la entrada del local, en la cual un grupo de gente con crestas y esas cosas hacían cola para entrar. El bueno de Keith salió de su limusina, se los quedó mirando y les dijo: “¿Vosotros sois punks? Yo no he hecho una cola en mi vida, pringaos”; tras lo cual se introdujo en el local. Nos parece que está claro quiénes eran los punkis y quién el Punki, ¿no?
Pues eso: el Punki es una especie que, básicamente, no entiende de normas ni de la propia seguridad. Si uno se encuentra a alguien que, además de entrar gratis al metro, está intentando derribar los tornos a cabezazos, ése es un Punki. Si alguien se niega a darle la documentación a la policía y además se caga en todos sus muertos, ése es un Punki. Si un tipo de metro sesenta que no tiene media hostia se va hacia un grupo de jugadores de rugby en estado etílico y les llama “gorilas de mierda sin cerebro”, ése es indudablemente un Punki. Y así. Hoy es el Día Internacional de los Ejemplos Prácticos, ¿se nota?

TIPOS: Los Punkis, como no podía ser de otra manera, no están de acuerdo, pero, se pongan como se pongan, son dos. Por un lado está el Cafre y por el otro el Suicida. No hay grandes diferencias, la verdad. El Cafre sería el que se pega de cabezazos contra los tornos del metro y el Suicida el que le llama gorilas a los jugadores de rugby. El uno se hace daño directamente a sí mismo y el otro hace todo lo posible para que sean los demás los que le hagan daño, pero el resultado suele ser el mismo: que suelen morir jóvenes. Y si no mueren jóvenes, una de dos: o tienen una suerte sobrenatural, o es que no son verdaderos Punkis. Sin más.

HÁBITAT: Les da lo mismo porque, primero, no les gusta sea cual sea y, segundo, sea cual sea se lo van a acabar cargando, así que...

ALIMENTACIÓN: Son mucho de cosas desmenuzadas y descuartizadas y, a poder ser, sangrientas y desagradables, lo que hace el asunto muy delicado porque, en el caso más que probable de que al Punki no le guste lo que está ingiriendo y le dé, probablemente también, por estrellarlo contra las paredes, el panorama posterior es desolador y, digámoslo todo, repugnante. Asqueroso, vamos.

APAREAMIENTO: En fin... Muy muy difíciles en este aspecto, está claro. Eso sí: si se juntan dos Punkis el espectáculo es para verlo. Desde lejos, claro, porque salpican, pero para verlo.

COMPATIBILIDADES: Muy pocas compatibilidades, la verdad, pero es que el Punki odia a casi todo el resto de especies y lo pone muy complicado, las cosas como son. Es que ni los que le dan la razón, como el Loquetudigas o el Quegrandeeres, porque el Punki los odia a muerte, así que no future.

INCOMPATIBILIDADES: Pues, obviamente, con casi todas las especies. Pero repetimos que es más cosa del Punki que de las otras especies, que, como el Punki no se relaciona con ellas, ni les va ni les viene a no ser que se lo encuentren en pleno frenesí destructivo o autodestructivo.

CONCLUSIÓN: Como si el pitufo gruñón, además de estar todo el día cabreado, hubiera ido repartiendo bofetones al resto de pitufos y se hubiera ido cargando todo el poblado de setas. Una cosa así, poco más o menos. Por muy buena gente que fuera el resto de pitufos, dos días hubiera durado, ¿no? Pues eso. Hey, este como ejemplo práctico es insuperable, ¿a que sí?

LeandroAguirre@2013 (revisión 09/12/2014)

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