ENTREBESTIA CON...

 

Letizia Ortiz

 

 

 

24/06/2014

Buenos días...

¿Doña Letizia?
Sí; ¿y usted es?

Un juntaletras.
Ah... Yo soy reina.

Sí, ya lo sé; por eso la llamo. ¿Puedo preguntar?
Claro. Soy una reina súper campechana.

Ya veo que se ha empapado de la filosofía familiar.
Son tres cosas, tampoco es tan difícil.

Se la vio sonreír más el día de la proclamación que en todos estos años que ha pasado con Felipe juntos.
Hombre, es que ahora soy reina. ¿A usted le han hecho alguna vez reina?

Más bien no.
Usted también sonreiría.

No sé yooo...
Eso lo dice porque no es reina.

¿Tanta diferencia hay entre ser reina y princesa?
¡Uy, un montón!

¿Por ejemplo?
Ahora nadie me va a decir lo que he de hacer. Soy la reina.

Sí, me ha quedado claro. Aun así, incluso como reina tiene sus límites. Me refiero a que no puede, por ejemplo, eructarle en la cara al rey de Suecia.
¿Por? Soy la reina de España, le recuerdo.

Ya, pero...
Ni peros ni peras: soy la reina y eructo en la cara de quien me da la gana.

Puede provocar un conflicto internacional, supongo que es consciente.
Ya ve qué miedo, el potente Ejército sueco.

Cambiemos de ejemplo: le eructa usted en la cara a Obama o a Putin.
En todo caso les eructaría en la coronilla porque me estarían haciendo una reverencia. Es que soy la reina, ¿sabe?

Como para olvidarlo. Por cierto... Tres horas de besamanos es mucho tiempo, ¿no?
Se me hizo corto. Es que, a mí, se me ponen a hacer reverencias, genuflexiones y a besar la mano y pierdo la noción del tiempo.

Se hubiera hecho más corto si no le hubiera ido explicando a las niñas quién era cada persona.
Tienen derecho a saber quién las saluda.

Ya, pero ralentizaba bastante el asunto. Aparte de que las niñas, como es normal, a los dos segundos ya no se debían acordar de quién era quién, así que no sé si era muy útil.
Oiga, soy la reina de España y les digo a mis hijas lo que quiero.

No hace falta ser la reina de España para eso.
Pero siendo la reina con más motivo.

Hablando de las niñas, no se lo tome a mal pero, ¿usted las distingue?
Por supuesto.

Es usted la madre, claro.
No, es porque soy la reina. Está la niña rubia nº 1 y la niña rubia nº 2. Las distingo porque a la nº 1 le hago poner diademas y a la nº 2 le hago poner clips.

Se sabrá los nombres, supongo.
Claro: una se llama Leonor y la otra Sofía, lo que no tengo claro quién es la nº 1 y quién la 2.

Hombreee...
Qué... Mientras lo tenga claro su nanny, que es quien lo ha de tener claro, no le veo el problema. Eso sí: el día que se cambien la diadema y los clips no va a haber quien las distinga.

Vale... ¿Cómo van los primeros días como reina, a todo esto?
Pues como una reina, evidentemente. Todo el mundo se inclina, todo el mundo me reverencia...

¿No se le estará subiendo un poco el tema a la cabeza?
¿Y? Esto es para toda la vida.

O no. Recuerde la Bastilla.
Ya no se fabrican guillotinas, hombre.

Pero se pueden volver a fabricar en un pis pas. Ahora incluso se podrían hacer en fotocopias 3-D.
Usted sueña.

Y usted es demasiado confiada, me parece a mí.
Soy la reina, me confío lo que me da la gana.

Ya. Pues hasta otra, doña Letizia.
Llámeme majestad.

Ni de coña. Bastante esfuerzo estoy haciendo tratando de usted a alguien de mi edad.
Súbdito insolente... ¡Que le corten la cabeza!

Que sí, que sí... Adiós.
La reina se despide graciosamente.

Jodeeer....

Y eso que sólo lleva cuatro días...

LeandroAguirre©2014

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