ENTREBESTIA CON...

 

Miguel Arias Cañete

 

 

 

20/05/2014

¿Sí?

¿Ministro?
Ya no.

Ay, perdón. ¿Candidato?
Eso sí. ¿Y usted es...?

Un juntaletras.
No será usted ese juntaletras que tan bien le cae a la ministra Báñez, ¿no?

Pues no sé. Cuando la llamo no me insulta ni nada, eso es cierto. Y siempre acaba cantando.
Debe ser usted, sí. ¿Quería algo?

Hacerle un par de preguntas, si pudiera o pudiese ser.
Sobre el temita, supongo.

Soy así de original.
Ya veo. Cuando era el ministro mejor valorado no me llamaban tanto.

Hombre, era el ministro mejor valorado, sí, pero con un tres y pico. Tampoco era para ponerse a lanzar fuegos artificiales.
¿Era o no era el ministro mejor valorado?

Técnicamente sí.
No tengo nada más que decir.

¿Pregunto o qué?
¿Alguien se lo impide?

Pues eso: lo del debate con Elena Valenciano.
Gané claramente.

Parece que no tenemos el mismo concepto de ‘ganar’ ni el mismo concepto de ‘claramente’.
Por eso usted junta letras y yo soy ministro y esas cosas.

En todo caso, no le preguntaba si había ganado o había perdido; le preguntaba por sus excusas posteriores.
No eran ninguna excusa: soy claramente superior intelectualmente a Elena Valenciano y al 99,9% de las mujeres, ya que me pregunta y si no me llegan a sujetar me la como con patatas.

Esas cosas se demuestran, no se dicen, y menos a posteriori.
Es que, como dije, si llego a desplegar todo mi arsenal de materia gris hubiera quedado como un machista abusón.

No sé cómo piensa que ha quedado después; ¿como una sufragista o algo?
Si hubieran enviado un candidato masculino hubiera sido otra cosa, porque nos podríamos decir burradas sin que nadie nos pudiera reprochar nada.

Entonces, ¿qué hacemos?; ¿prohibimos que se presenten mujeres candidatas para que usted no se sienta incómodo en los debates?
No, hombre, qué tontería. Bastaría con prohibir los debates y ya está.

Muerto el perro...
Efectivamente.

Hay una cosa que me sorprende...
Diga.

No entiendo cómo, siendo usted tan inteligente como se piensa que es, no predijo, en su derroche de inteligencia, el efecto que sus palabras iban a producir.
Porque soy tan inteligente que se me escapa la inteligencia a borbotones y a veces no soy capaz de controlar mi propia inteligencia. Inteligentemente hablando, claro.

Olé usted.
¿Verdad que sí?

Totalmente.
¿Tanto como para que me vote?

Para eso tendría usted que caminar sobre las aguas o convertir el agua en vino.
¿Le sirve convertir alimentos caducados en alimentos comestibles?

Oiga, usted no convierte nada: sólo come cosas caducadas.
¿No es lo mismo?

Pues no.
Probaré lo de caminar sobre el agua pues.

Suerte.
Gracias. Pero si lo hago me vota, ¿eh?

Si lo hace hasta me afilio al PP, mire lo que le digo.
Pues vaya rellenando el formulario.

Se sobrevalora usted un puntito, ¿no?
Como cosas con moho y, no sólo no me he muerto, sino que cada día estoy más lustroso. ¿Quién le dice a usted que no puedo caminar sobre las aguas?

¿Las leyes físicas?
Ya está el listo... Las leyes físicas, dice. Eso se lo acaba de inventar usted. Mire, no le voy a aplastar intelectualmente por no quedar como alguien que abusa de su superioridad intelectual con un inferior intelectual, que sólo me faltaba eso, pero sepa que se lo merecería.

Agradezco su magnanimidad.
Soy así.

Pues nada, lo dejamos ya. Le desearía suerte en las elecciones, pero es que, básicamente, no se la deseo.
Recuerde su promesa.

Usted tranquilo: cuando le vea por el Telediario darse un garbeo sobre el lago del Retiro tendrá mi voto.
Eso espero.

Adiós, candidato.
Hasta luego, Juntaletras.

La de millones de mujeres que van a votar a este tipo no se puede creer. La de millones de hombres tampoco, cierto, pero lo de las mujeres...

 

LeandroAguirre©2014

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