Un mundo feliz

Esta historia se desarrolla en una civilización futura donde todo es, supuestamente, idílico: no existe la pobreza, no hay enfermedades, las guerras son un recuerdo del pasado... Pero todo eso se ha conseguido dejando por el camino cosas como la familia, el arte, la ciencia o la filosofía, con lo que nos encontramos ante una sociedad perfecta que anula al individuo.
En ese contexto se encuentran nuestros protas de hoy: Bernard, un tipo cuyo nacimiento no acabó de salir del todo bien y que no se encuentra del todo cómodo en esa sociedad ideal, y Lenina, que, por el contrario, disfruta de su feliz existencia. Y eso: que se conocen, conectan y quedan para realizar alguna actividad juntos. ¿Lleva Bernard a Lenina a cenar o a dar un paseo por ahí? Pues no. Bernard y Lenina se van a la Reserva Salvaje, que aunque por el nombre pueda parecer un lugar donde vivían leones y elefantes era en realidad un sitio donde vivían hombres y mujeres considerados eso, salvajes.
Es ahí donde Bernard y Lenina conocen al otro chico de la peli del libro, John, un salvaje que, muy poco salvajemente, lee a Shakespeare y que, curiosísimamente, es hijo del jefe de John, que se ve que un día fue de visita a la Reserva y se dejó allí olvidada una mujer embarazada. Un despiste lo tiene cualquiera, no seamos duros. La cuestión es que se conocen y, en uno de los, se ve, habituales venazos de Bernard, invita a John a que se vaya con ellos a la civilización. ¿Acepta John? No sólo acepta sino que además se lleva a su madre, para que la mujer se distraiga un rato, supongo.
Ya en la civilización todo se precipita: John conoce a su padre, el jefe de Bernard, se liga a Lenina, que le invita a ir, ésta sí más normal, al cine, se cabrea cuando Bernard quiere enseñarlo como si fuera un mono de feria y, finalmente, ve cómo su madre se muere a causa del soma, una droga del futuro, parece ser.
En fin... Que John monta un pollo en el hospital, llega la policía, detiene hasta al apuntador y al final Bernard es condenado al exilio en una isla pero a John no le dejan ir y se va a vivir, en principio en plan ermitaño, a un faro perdido de la mano de Dios. Pero como, aparte de no adaptarse a la vida civilizada, los periodistas no le dejan en paz y los visitantes, entre ellos Lenina, no dejan de llegar a puñados, acaba ahorcándose tras una noche de sexo y soma.
Y eso: que el mundo feliz no era en realidad tan feliz. Bueno, si alguien me dice dónde conseguir soma igual cambio de opinión, pero así en principio no parece que fuera tan feliz.

LeandroAguirre©2014

 

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