Rebelión en la granja

En esto que hay una granja en la que los animales hacen una revolución, se libran del granjero, el señor Jones, toman el mando y crean un nuevo orden regido por siete mandamientos:
—Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
—Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es amigo.
—Ningún animal usará ropa.
—Ningún animal dormirá en una cama.
—Ningún animal beberá alcohol.
—Ningún animal matará a otro animal.
—Todos los animales son iguales.
Al principio todo iba bien y la granja funcionaba perfectamente, pero entonces los cerdos toman el mando y, ya se sabe, se les empieza a subir el poder a la cabeza y acaban abusando de él. Del poder, me refiero. De entre ellos sobresalen dos gorrinos, Snowball y Napoleón, pero, ya se sabe, dos líderes son demasiados para una misma cochiquera y finalmente, tras una disputa, Napoleón hace huir de la granja a Snowball echándole a los perros, que por lo que se ve no se habían enterado de que todos los animales eran iguales y seguían obedeciendo la voz de su amo, aunque su amo no fuera el mismo.
Napoleón queda pues como dictador del lugar y se dedica a eso: a hacer de dictador. Es lo que tienen los dictadores, va como va. Entre otras cosas, comienza a modificar ciertos mandamientos que no se adecúan a su nueva vida. Por ejemplo: ‘Ningún animal dormirá en una cama... con sábanas’; o ‘Ningún animal beberá alcohol... en exceso’; o ‘Ningún animal matará a otro animal... sin motivo’. Y así hasta que, ya directamente, Napoleón y los cerdos pasan de mandangas y van puliéndose los mandamientos uno a uno. Al final, tras repeler un ataque de granjeros vecinos, acaban pactando con ellos, llevando la granja de una manera incluso más cruel de la que la llevaba el señor Jones, y caminando sobre dos patas y haciendo vida de humanos.
Y no, los otros animales no se vuelven a rebelar ni hacen morcillas y chorizos con los restos de Napoleón y los suyos, sino que la dictadura de los cerdos se consolida y de los siete mandamientos sólo queda uno: ‘Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros’. Que, cambiando ‘animales’ por ‘humanos’, sigue siendo la regla que rige el planeta a día de hoy. Muy deprimente, efectivamente.

LeandroAguirre©2013

 

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