La vida es sueño

En eso que estaba Segismundo encerrado en una torre y comienza a hacer un monólogo. El famoso “¡Ay mísero de mí, ay infelice!...”. ¿Qué es lo que atormentaba al pobre Segismundo? Pues si el estar preso os parece poco, quizás el hecho de que sea tu propio padre el que te encierre desde niño sin motivo aparente os parezca suficiente como para lamentarse de ese modo.
Porque, sí, Segismundo estaba allí cautivo por orden de su padre Basilio, rey de Polonia, al cual los astros habían predicho tras el nacimiento que su hijo sería un rey ruin y malvado, con lo que, hombre de decisiones drásticas, optó por esta opción tan radical.
En fin... Que estaba Segismundo realizando el susodicho soliloquio, cuando aparece una tal Rosaura vestida de hombre y acompañada de otro tipo. Emocionada por el discurso que acababa de oír, Rosaura entra en la estancia para explicarle a Segismundo lo mucho que le habían impresionado sus palabras, pero, claro, Segismundo, que muchas visitas no recibía y menos femeninas, tiene un pronto de querer matar a Rosaura por haberle visto hacer el ridículo.
Es entonces cuando aparece Clotaldo, lacayo del rey y padre —aunque ninguno de los dos lo sepa— de Rosaura, que pone paz y se lleva a la joven y su acompañante a la Corte. Aquel sitio aislado parecía la Quinta Avenida de Nueva York del tránsito que había, efectivamente.
En esto que el rey Basilio, que en sus últimos días comenzaba a pensar que quizás se había propasado un pelín encerrando de por vida a una persona que, objetivamente, no había hecho nada malo, decidió darle una oportunidad a Segismundo. ¿Cuál era su plan? Drogar a Segismundo, ponerlo en la corte como si fuera el rey legítimo y comprobar si realmente sería como las estrellas predecían que iba a ser, es decir un cabronazo. Retorcido como pocos el tal rey Basilio, sin duda.
En fin, que llevan a cabo el plan y, efectivamente, Segismundo se comporta como un auténtico déspota, tras lo cual el rey hace que le duerman de nuevo y le lleven de vuelta a la torre, donde, al despertar, no sabe si lo que ha sucedido ha sucedido de verdad o lo ha soñado. ¿Y qué pasaba cuando Segismundo tenía dudas? Que, lo habéis adivinado, se marcaba un monólogo. En este caso el incluso más famoso aún: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Que de ahí, como habréis adivinado como gente inteligente que sois, viene el título; está claro, ¿no?
Bueno, pues al final el pueblo de Polonia se alza contra el rey al enterarse de que existe un príncipe heredero del que no sabían nada, y en la batalla entre los leales al rey y los partidarios de Segismundo ganan estos últimos. El rey se pone en manos de Segismundo, pero éste, finalmente, se postra ante el rey aceptando su soberanía y aceptando incluso la muerte por su traición. Es entonces cuando Basilio ve la nobleza de Segismundo y lo acepta como heredero.
Y así fue cómo sucedió. O no. Porque los clásicos perpetrados, como la vida según Calderón, también son un sueño. Bueno, en este caso una pesadilla, pero no vamos ahora a andarnos con matices nimios e intrascendentes.

LeandroAguirre©2013 (revisión 09/04/2015)

 

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