Tarzán

Lord Greystoke sería todo lo lord que queráis, pero era un tipo bastante inconsciente. Porque eso de llevarse a la mujer y al crío de expedición por África a finales del siglo XIX, por mucho que te lo haya mandado la reina de Inglaterra, es una temeridad. Y así pasó lo que pasó, claro. ¿Y qué pasó? Que, tras unos problemillas con los marineros del barco que los transportaban, la familia Greystoke se queda en medio de África más colgada que una uva de una parra.
Hay que reconocer que Lord Greystoke se lo trabajó, porque construyó una cabaña y consiguió que su familia estuviera temporalmente en condiciones, pero aquello era la selva y, finalmente, tanto Lord como Lady Greystoke acaban palmando, dejando a su retoño huérfano y a su suerte.
Por fortuna, el niño es adoptado por una gorila, Kala, que acababa de perder a su gorilita. Efectivamente, ese niño es Tarzán, nombre que se supone le ponen los gorilas y que significa ‘piel blanca’. Sorprende, más que lo acertado del nombre, que los gorilas vayan poniendo nombres humanos por ahí, pero por eso se le llama a esto ficción.
La cuestión es que Tarzán crece con normalidad entre los gorilas haciendo las cosas que se supone que hacen los gorilas: subir por los árboles, descolgarse de liana en liana, pelearse con otros gorilas, luchar a muerte con leones...; esas cosillas. Y no, no se conoce que fuera pegando berridos gorgoriteados por ahí para comunicarse con los elefantes o las cebras. Hasta que un día Tarzán descubre un campamento de forasteros blancos con los que se acaba relacionando. Allí, lo habéis adivinado, conoce a Jane. La conoce a fondo, digamos. Que se lían, vamos, que todo se tiene que explicar. Pero en el libro Jane no está loca de atar como en la película y ni harta de vino se queda con Tarzán a vivir en la selva. Ni loca, vamos.
Tras algunas peripecias, Tarzán se va con aquellos blanquitos a Baltimore, que no a Nueva York, entre otras cosas para reclamar la herencia que le correspondía como legítimo heredero de Lord Greystoke. Y lo siento por los románticos, pero Jane, que como decíamos no estaba loca, no sólo no se queda con Tarzán sino que además se compromete con otro tipo. ¿Cómo acaba todo? Que, precisamente durante la boda de Jane, se le comunica a Tarzán que quedaba comprobada su identidad y se le reconocía como heredero de la fortuna Greystoke. Se queda sin la chica, sí, pero se queda con un pastón de pasmo, lo que Tarzán sabría si le salía a cuenta o no. Yo lo tendría claro. Y colorín colorado.
Y vosotros os preguntaréis angustiados: ¿y Chita? Pues en el libro Chita no sale. Una vergüenza, efectivamente. Y es que, como hemos visto, excepto que es la historia de un tipo criado entre monos y que los nombres coinciden, cualquier parecido entre el libro de Edgar Rice Burroughs y las películas es, perdón por la redundancia, pura coincidencia. Hollywood, ya se sabe.

LeandroAguirre©2013 (revisión 12/03/2015)

 

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