Romeo y Julieta

Clásico de los clásicos donde los haya. Ese Romeo, esa Julieta, esos Montescos, esos Capuletos… No sé si es demasiado necesario, pero os contaré de qué va, va.
Resulta que un buen día Romeo y Julieta, Julieta y Romeo, desconocidos y residentes en Verona, se encuentran en una fiesta y todas las hormonas del mundo se concentran entre ellos dos. Lo que se conoce como amor a primera vista, vamos. Pero no sólo se enamoran hasta las trancas, sino que deciden, en uno de esos impulsos que tiene la juventud, casarse al día siguiente, a pesar de que sus familias, los susodichos Montesco y Capuleto, no se podían ni ver a causa de rencillas pasadas. No, no fue, efectivamente, la decisión más meditada de la historia, está claro.
La cosa es que, después de la boda, Romeo se ve envuelto en una trifulca en la que intervenían tipos con nombres como Mercutio y Tebaldo, y se ve obligado, pobre, a matar al tal Tebaldo, que con anterioridad se había cargado al tal Mercutio. A causa de ello, Romeo es desterrado a Mantua, donde esperará acontecimientos.
Y los acontecimientos acontecen, sin duda alguna. Los padres de Julieta le arreglan a la niña una boda con un conde, pero ésta, aconsejada por Fray Lorenzo, que es también el inconsciente que les prepara la boda a los dos púberes al día siguiente de haberse conocido, se toma una pócima que aparentará su muerte durante 48 horas para después despertar y así evitar el enlace.
Fray Lorenzo se dirige entonces a Mantua para avisar de sus planes a Romeo, que no sé por qué no enviaba a alguien teniendo en cuenta que en 48 horas debía volver a Verona a por Julieta y llevarla de nuevo a Mantua. ¿Ya había tren de alta velocidad en aquella época? Porque de otra forma es que no había tiempo material. La cuestión es que, por avatares del destino, Fray Lorenzo, sin duda el personaje nefasto de esta historia, no llega nunca a avisar a Romeo.
¿Qué sucede entonces? Pues que, claro, a Romeo le comunican que Julieta ha muerto y, claro otra vez, porque de otra forma vaya mierda de tragedia, decide suicidarse. Pero entonces, claro de nuevo, cuando Julieta despierta de su falsa muerte se entera de la muerte verdadera de Romeo y, claro por enésima vez, se clava un cuchillo y termina con su vida. Un dramón. Que ya es lo que le gustaba a Shakespeare, que en sus obras no suele dejar con vida ni al apuntador, que en aquella época era una profesión de riesgo.
En todo caso, Romeo y Julieta han pasado a la posteridad como los amantes ideales y su historia es conocida a lo largo y ancho del planeta. En fin… Cuánto daño han hecho la literatura y el cine en los cerebros y en la vida sentimental de las personas humanas, en serio.

LeandroAguirre©2013 (revisión 30/10/2014)

 

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