La vuelta al mundo en ochenta días

Bien… Esto va de un millonario excéntrico de finales del XIX que, como se aburre soberanamente, hace una apuesta con sus amigotes de taberna. Bueno, en realidad se trata de un exclusivo club para caballeros de Londres, pero, en el fondo, iban allí a hacer lo mismo que se hace en las tabernas: beber. La apuesta consistía en que Phileas Fogg, el prota, se comprometía a hacer la vuelta al mundo en ochentas días, siguiendo el recorrido que salía en un periódico. El juego era fácil de perder, porque cualquier pequeño retraso, cualquier nimio contratiempo, daba al traste con el resto de enlaces, pero Phileas, al que le sobraba el dinero y, como hemos dicho, el aburrimiento y el tiempo libre, agarró una maleta y al mayordomo que acababa de contratar, un francés llamado Passepartout, y se lanzó a la aventura.
Aunque no cuenta con Fix, un policía de la escuela Mortadelo y Clouseau, que está convencido de que Phileas es un ladrón de bancos y hará lo imposible para hacer fracasar su viaje a la espera de la llegada de la orden de arresto. Y, bueno, el argumento es similar al de El Señor de los Anillos, sólo que en lugar de estar a punto constantemente de ser devorado por los orcos como Frodo, Phileas está a punto constantemente de perder el siguiente medio de transporte y de ser detenido. Evidentemente dan mucho más miedo los orcos, pero básicamente viene a ser lo mismo: un viaje lleno de contratiempos.
Como supongo ya sabréis, y si no os lo podéis imaginar, finalmente Phileas Fogg consigue su objetivo y logra llegar el día señalado a la hora concreta a la taberna para caballeros sin que le detengan ni nada. Pero, hay que decirlo todo, eso fue porque tuvo la suerte de que el recorrido que marcaba el periódico no incluía a España, porque si hubiera tenido que utilizar los transportes hispanos del siglo XIX —el burro, básicamente— no hubiera llegado a tiempo ni de coña. Pero ni de coña, vamos.

LeandroAguirre©2013 (revisión 02/10/2014)

 

SECCIONES ACTIVAS

SECCIONES FINALIZADAS

OTROS