Guerra y paz

Guerra y paz, amiguitas y amiguitos, no es un libro que pueda leer cualquiera. Para comenzar, se han de tener muchas ganas de leerlo. Pero muchas. Y es que para meterte entre pecho y espalda, así sin anestesia ni droga ni nada, un tocho de mil no sé cuántas páginas, se han de tener verdaderas ganas. Verdaderas y muchas, repito.
Una vez encontrada la motivación para enfrentarse al bicho, lo siguiente que se ha de poseer es una memoria prodigiosa, porque más de mil páginas dan para muchos personajes durante mucho tiempo, por lo que, claro, la capacidad de retención ha de ser extraordinaria para recordarlo todo. O eso, o ir apuntándolo para que no se te olvide y haciendo esquemas y croquis para no perderte, pero leer un libro de esa manera debe ser un coñazo insufrible, supongo. Aparte de que si vas a tener que gastar mil folios para seguir este libro de mil páginas, no sé si tampoco sale demasiado a cuenta ni si es demasiado práctico, la verdad. Pero si alguien quiere utilizar esa táctica, no hay nada en el Código Civil ni en el Penal que lo impida, por supuesto. Cada uno gasta la vida como le apetece, faltaría más.
Las siguientes virtudes para poder acabar de leer Guerra y paz son, obviamente, la tenacidad y la constancia. Sin ellas, es evidente, es absolutamente imposible llegar a la palabra 'Fin' de este montón inhumano de letras juntas. Dicho de otra manera, pretender leerlo de rato en rato en el lavabo no sé si es la mejor de las ideas, porque en el tiempo que se tarda en realizar las funciones corporales correspondientes a Tolstoi no le daba tiempo ni a describir el peinado de un personaje adjunto a un personaje por debajo de los personajes secundarios.
Y, más o menos, eso es lo que te espera si te apetece leer este clásico ruso y universal. ¿El argumento? Eso es lo más divertido: no tiene uno en concreto. Es, ya os lo he dicho, la historia de un montón de gente y de Rusia durante más de cincuenta años, así que si pretendéis que os las explique todas, tenemos un problema. Porque además, entre tú y yo, no soy una persona especialmente motivada, mi memoria hace tiempo que está en estado vegetativo y, bueno, la tenacidad y la constancia no han sido nunca las mejores de mis virtudes, para qué os voy a engañar. Y creo que no hace falta decir nada más
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LeandroAguirre©2012 (revisión 10/07/2014)

 

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