PROTAGONISTA: Arquímedes.

ÉPOCA: Una en la que en Grecia crecían los sabios en los huertos.

MOMENTAZO: La historia es bien sabida: un día Arquímedes se metió en la bañera, tuvo una epifanía, descubrió el Principio de Arquímedes y se puso a gritar “¡Eureka!” por ahí en pelota picada. Literalmente: salió a la calle desnudo gritando “¡Eureka!”.
Como era un tipo de la Grecia antigua, lo vieron los cuatro que pasaban por la calle y ya está, pero imaginaos que Arquímedes hubiera vivido en la actualidad. ¿Qué hubiera pasado? Pues que hubiera salido a la calle desnudo gritando “¡Eureka!” y decenas de teléfonos, tablets y demás lo hubieran grabado ahí con todo su entusiasmo y toda su morcilla al fresco y el hombre se habría convertido en el rey de YouTube y de las redes sociales. ¿Y qué hubiera sucedido entonces? Que hubiera dado igual que Arquímedes hubiera descubierto el Principio de Arquímedes o el Principio de Manolo el del Bombo, porque se habría convertido oficialmente en ‘el chalao que gritaba desnudo por la calle’ y nadie se lo hubiera tomado en serio.
Los griegos clásicos eran muy listos, cierto, pero tenían la ventaja de que no tenían tele ni internet y podían dedicar su tiempo a pensar. Es más: me atrevo a afirmar que, con tele e internet, Arquímedes no hubiera descubierto el Principio de Arquímedes porque, aquel día, en lugar de meterse en la bañera se hubiera quedado delante del ordenador mirando vídeos de gatitos u opinando en Forocoches, o se habría quedado dormido intentando llegar a ver el final de Masterchef, algo que, que se sepa, ningún ser humano ha conseguido jamás porque es que vaya horas, señores de TVE.
Divagaciones al margen, que uno de los sabios más grandes de la historia saliera de casa desnudo y gritando “¡Eureka!” es un momentazo de todas todas. Si lo hiciéramos tú o yo, pues bueno, tendría su qué, pero si lo hace Arquímedes es un momentazo sin atisbo de duda.